Es un tema para un ensayo de gran aliento, pero la ocasión es propicia porque el amor constituye, desde el principio de los tiempos, una expresión de afecto y una pasión humana donde caben ángeles y demonios.
Los griegos identificaron el amor mediante cuatro vocablos: el eros (deseo, atracción), el ágape (incondicional), la filia (amistad) y el fraternal (entre padres e hijos). El Eros y el Tánatos eran divinidades que representaban la vida y la muerte, el bien y el mal, la felicidad y el dolor, dos instancias que retrataban el sentido trágico de la existencia humana.
He leído el libro de Rosa Montero, “Pasiones”,que recoge biografías de parejas famosas, en las que se intercalan las virtudes, encantos y veleidades, y los desencuentros, los dolores, angustias y sinsabores del más hermoso de los sentimientos humanos: el amor. Antes había leído otros libros de modo desordenado: “El arte de amar, de Erich Fromm; “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, de Pablo Neruda; “Madame Bobary”, de Gustavo Flaubert; “El cantar de los cantares”, atribuido a Salomón; “Romeo y Julieta”, de William Shakespeare; “En busca de sentido”, de Viktor Frankl; “Vidas escritas”, de Javier Marías; “Poemas de amor”, de Fernando Pessoa, entre otros.
La literatura es rica en personajes reales o ficticios, y parejas de la antigüedad ocoetáneas, que describen los paraísos y los infiernos de la condición humana, representado en todas las culturas con flechas o dardos, antorchas y arcos -a veces con imágenes de niños- donde el amor aparece como gestor de pasiones y catástrofes.
Rosa Montero nos acerca a estos mundos poblados de ángeles y demonios, desde el amor platónico, el deseo carnal y etéreo, hasta las intimidades de las zonas oscuras del amor que combinan, de manera dramática, lo trágico con lo prohibido, lo maravilloso con lo profano, lo enajenado con lo perverso.
Esta magnífica obra termina -no sé si como acto de contrición- con dos historias: una triste y otra alegre. La de dos amantes -un cura confesor con una monja de claustro- que termina mal; y la de una pareja de enamorados que buscan y encuentran el amor, que les hace felices…comiendo perdices.