Luego de semanas de ninguna propuesta interesante en el cine, al fin en las salas quiteñas se exhibe una película que refresca el espíritu y la mente de quien la mira. Se trata de ‘Ágora’ del director Alejandro Amenábar, ganadora de siete premios Goya.
Es un drama histórico que se desarrolla en la ciudad de Alejandría a partir del 391 de nuestra era, en el marco del desmoronamiento del imperio romano, protagonizada por la ganadora del Oscar Rachel Weiz, quien interpreta a Hipatia, una filósofa acusada de atea y bruja que es asesinada, descuartizada e incinerada por turbas fanáticas azuzadas por el Santo y Obispo cristiano Cirilo.
La película realizada con una estupenda recreación arquitectónica y cultural del momento, con un guión, interpretaciones y diálogos bien logrados involucra al espectador en las pasiones y decisiones de los protagonistas en temas sustantivos como la lucha por el poder, la intolerancia política y religiosa, la apelación a la violencia como instrumento de consolidación de nuevas hegemonías. Topa y resalta a través del personaje central el rol de la mujer intelectual y política, de los valores, del diálogo, de la investigación y de la sabiduría.
Hipatia, filósofa, asceta y maestra de la escuela neoplatónica de Alejandría, desarrolló estudios en matemáticas, geometría, álgebra y astronomía. Mejoró el diseño de los astrolabios con los que se podía determinar las posiciones de las estrellas. Se le atribuye haber vislumbrado el movimiento de los planetas en elipse, descubierto o redescubierto por Kepler mil años después.
En este sentido la película reivindica no solo a las mujeres sino también a la historia, educación, filosofía, matemáticas, astronomía y al pensamiento libre: “¿En qué cree?”–le interroga el jerarca religioso a Hipatia- Ella responde: “En la filosofía”.
Pero, frente a la ciencia y al pensamiento, Amenábar despliega el fanatismo político y religioso. Descubre cómo el nuevo poder no solo que persigue y asesina a los seguidores y representantes de las antiguas creencias, sino cómo destruye sus símbolos y construye unos nuevos, así como presiona, asimila y genera comportamientos oportunistas en sus adherentes, que se suben al carro triunfador por miedo o por disfrutar de los placeres del poder. Conmueve la cinta cuando es destruida la Biblioteca de Alejandría, repositorio de toda la sabiduría y producción intelectual del mundo antiguo. Rebela cuándo el Ágora, ese espacio público y democrático de expresión cultural y político se le convierte en escenario de masacre y muerte.
Los seres humanos somos tan proclives a la prepotencia, al fanatismo y a la violencia. Pero también podemos ser tocados por el amor, la tolerancia, la sabiduría y el conocimiento. Cabe recomendar al poder y a usted esta producción de Amenábar.