Juan Esteban Guarderas
Abierta ruptura electoral
No hay margen para la confusión, no hay ambivalencias en la ley, está clarísimo. “La obligación de paridad en los binomios presidenciales se cumplirá a partir de las elecciones subsiguientes a las elecciones generales posteriores a la vigencia de la presente Ley.” Esto dice el Código de la Democracia.
La reforma del Código ocurrió el 3 de febrero de 2020. Las elecciones presidenciales siguientes fueron las de febrero-abril de 2021. Las elecciones subsiguientes son las que toca ahora con la muerte cruzada.
La ley no dice “salvo casos de muerte cruzada”, tampoco “salvo casos excepcionales”. Entonces, a partir de estas elecciones los binomios son mujer-hombre y viceversa. Nada que hacer. La ley es la ley… bueno, salvo para el Consejo Nacional Electoral.
El deporte favorito del CNE es romper la ley, su pasión es defraudar a los ecuatorianos, su hobby romper la democracia. Sin que sea ninguna sorpresa, el CNE convocó a elecciones sin exigir que se cumpla la norma sobre paridad en los binomios presidenciales. Ahora toca otro juicio.
Pero sobre todo sorprende que Diana Atamaint, que tanto se ha vanagloriado de impulsar la paridad de derechos, ahora sea su capataz. La Presidente del CNE es la responsable directa de la ruptura de las normas que ella decía impulsar. Según CEDATOS el CNE tiene 4,2% de credibilidad, ninguna sorpresa.
No obstante, hay que aplaudir el excelente trabajo de los colectivos de mujeres. Se han unido masivamente, demostrando al Ecuador que sí existen las causas comunes y que es posible coordinar acciones eficientes. Su llegada a la prensa ha sido contundente. El Tribunal Contencioso Electoral ha sido dinámico a la hora de procesar su recurso, sin duda porque estuvo bien fundamentado.
Nuevamente, ante todo el país, se demostrará la ineptitud del Consejo Nacional Electoral. Desgraciadamente, yo me temo que otra vez no habrá consecuencias para sus autoridades.