Andrés Cabascango (izq.) y Juan Andrade (der.), en la piscina. Foto: Manuel Quizhpe / EL COMERCIO
La pasión por el deporte y la odontología la heredaron de su madre, Gladys Figueroa. Ella fue atleta; mientras Andrés Cabascango y Juan José Andrade se inclinaron por el triatlón. En esa disciplina, en la actualidad, son los dos mejores exponentes del país.
El padre de Andrés, Miguel Ángel Cabascango, fue atleta y falleció en un accidente de tránsito. El triatleta tenía 1 año. Pese a la ausencia de su progenitor, desde pequeño hizo deporte, aunque a los 9 años se inscribió en natación y se dedicó a entrenarse en serio.
A los 13 años apostó por el triatlón, cuando observó que sus amigos practicaban ciclismo y le llamó la atención. Desde entonces ha sido un ejemplo para su hermano Juan José, quien es cuatro años menor. Todos los días se entrenan en bicicleta, nadan en la piscina y corren en la pista.
Una plica sinovial en la rodilla le alejó de los escenarios por cerca de tres años, entre los 19 y 21 años. Andrés tardó para volver a los escenarios porque las terapias no surtieron efecto; sin embargo, aprovechó ese tiempo para estudiar odontología, aunque el retiro temporal lo afectó como deportista. Antes de lesionarse fue campeón sudamericano y panamericano juvenil.
Con 30 años, Cabascango está convencido de haber recuperado su nivel, cuyos resultados son evidentes. Se ubica segundo en el ‘ranking’ nacional 2019 y por eso reclama un cupo para los próximos Juegos Panamericanos en Lima, Perú. La Federación Ecuatoriana de Triatlón tiene en la lista de clasificados a Armando Matute.
Juan José agradece a su hermano mayor por guiarle y motivarle para que practicara triatlón. “Él y mi madre fueron los referentes en mi vida. He seguido sus pasos, somos triatletas y odontólogos”. Recuerda que desde pequeños salían a correr con su progenitora y allí surgió la pasión por el deporte.
Andrade, campeón panamericano Sub 23 y élite, y cuarto en la Copa Mundo del 2018, lleva el estandarte de mejor triatleta de Ecuador. Irá a Lima para participar en sus terceros Juegos Panamericanos. El 2015 se ubicó duodécimo en Toronto, Canadá. Se estrenó en México, el 2011, en donde no terminó la prueba.
A su criterio, el nivel técnico de los triatletas mundiales es altísimo en la actualidad. “En una Copa Mundo se puede llegar al podio y en otra ni siquiera terminar entre los 20 mejores”. Esto se debe, reflexiona, a que son tres disciplinas y están sujetas a diferentes eventualidades como el clima, el tipo de circuito, una caída…
Los hermanos de madre coinciden con lo exigente que resulta compaginar entre las aulas universitarias y los escenarios deportivos. Ellos recuerdan que para igualarse materias o estudiar pasaban malas noches o madrugaban. En los viajes largos aprovechaban para repasar materias en los aviones o en los hoteles.
Andrés Cabascango (izq.) y Juan Andrade (der.), con sus mandiles de odontólogos. Foto: Manuel Quizhpe / EL COMERCIO
Andrés, quien es soltero, está convencido que la lesión contribuyó en la parte académica. Egresó en el 2013, pero el año rural lo hizo en el 2017, después de salir del Plan de Alto Rendimiento. Él y su hermano trabajan en una clínica dental que administra su madre.
Para entrenarse sin sobresaltos, los triatletas agendan los turnos con sus clientes para sus horas disponibles. Andrade es parte del Plan de Alto Rendimiento de la Secretaría del Deporte y no tiene problemas para financiar sus viajes. Cabascango, en cambio, con lo que gana en su profesión cubre sus gastos de viajes, alimentación, hidratación, hospedaje…
Juan José egresó de odontología en el 2016, sustentó la tesis en marzo del 2017 y después obtuvo el título. Está casado con Marcela Valencia y tienen una hija, Emilia, de 1 año y 4 meses.