Paúl Villagómez (der.), durante su participación en Cuenca. Se distinguió del resto por su cabello largo hecho trenza. Foto: Manuel Quizhpe /EL COMERCIO
Paúl Villagómez Muenala es el único ajedrecista imbabureño que conserva la trenza, símbolo de identidad del pueblo indígena. Él, hasta el miércoles pasado (6 de septiembre), compitió en Cuenca con motivo de los Juegos Nacionales Prejuveniles.
Durante las siete rondas del certamen, Villagómez se distinguió de los demás ajedrecistas por su cabello largo hecho trenza, incluso de su coterráneo Álex Mocha, quien ya no sigue esa tradición. Ambos son oriundos de Otavalo y se entrenan con Mauricio González.
Villagómez no se subió al podio, pero demostró sus progresos en el tablero tras ganar sus primeras partidas. Mocha, en cambio, fue el único imbabureño en alcanzar una medalla de plata en Cuenca. Terminó segundo en el tercer tablero, detrás del guayasense Diego Fonseca, quien se adjudicó el oro.
Según González, quien dirige desde hace 15 años a los ajedrecistas de Otavalo, su primer alumno indígena fue Jonathan Santillán, campeón nacional Sub 11. Luego trabajó con Inty Lamberla. En la actualidad prepara a Mocha, Yakumina Santillán y a los hermanos Paúl y Saya Villagómez.
Saya, de 12 años, también compitió en Cuenca. Ella, el año pasado, se estrenó a escala internacional al competir en el Panamericano y Sudamericano Sub 12, realizados en Lima y Chile. Su hermano mayor, Paúl (14 años), también quiere ser seleccionado nacional.
Él cumple su quinta temporada en la práctica del ajedrez y agradece a sus padres: Luis Villagómez y Nelly Muenala, por el apoyo moral y económico que recibe. “Antes jugaba ajedrez para divertirme, ahora lo hago con el propósito de alcanzar medallas nacionales”.
Su padre es comerciante de artesanías y su madre es licenciada en inglés y profesora en un colegio de Cayambe. “Ellos están orgullosos de mí y me dicen que nunca deje el ajedrez”.
El ajedrecista indígena recuerda que, a los 11 años, su madre lo inscribió en un curso vacacional del club Otavalo. Durante un mes aprendió lo básico, ingresó a la categoría novatos y desde entonces ha sido considerado para las diferentes selecciones de Imbabura.
Desde el 2011 compite por su provincia y ha conseguido algunas medallas de plata y bronce. Su reto es lograr títulos nacionales y buscar la posibilidad de representar al país.
Su sueño es convertirse en Gran Maestro FIDE y compartir sus conocimientos con niños y jóvenes de Otavalo. Con ese objetivo se entrena dos horas diarias. En vacaciones se preparó tres horas al día.
Según Carlos Guerrero, jefe técnico del ajedrez imbabureño, Paúl es una persona humilde y un deportista con buen nivel técnico. A su criterio, ningún deportista es discriminado por su etnia. “No hay apodos entre ellos, se respetan”.
Mientras González dice que Villagómez es un alumno disciplinado y estudioso, como la mayoría de sus dirigidos. Por ello, “Otavalo es una potencia del ajedrez en Imbabura”.