Dos ecuatorianos y un argentino, con discapacidad auditiva, narran sus historias de superación. Participaron en el Open Panamericano.
Mafer Pardo es campeona en natación
Cuando María Fernanda Pardo tenía seis meses de nacida sufrió un cuadro febril, que obligó a sus padres a llevarla a una clínica. Los medicamentos que le suministraron le generaron una sordera.
Su madre Janeth Choez se pone triste al recordar la historia, pero reconoce que ese episodio los ayudó a unirse como familia. Ahora está orgullosa de los logros de su pequeña, que el miércoles consiguió una medalla de oro, en el Open Panamericano, que se realizó en Guayaquil.
La nadadora María Fernanda Pardo sueña con competir fuera del país. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
“El médico nos dijo que los medicamentos eran fuertes, que podría generar problemas renales o auditivos”, contó la madre de la deportista guayaquileña, que fue la mejor en la prueba de 100 metros, estilo pecho.
Pardo, de 16 años, es extrovertida. Durante el torneo se hizo amiga de las nadadoras de Argentina y Paraguay. Intercambió números telefónicos con ellas, para seguir en contacto a la distancia. Fue su primera competición internacional, por lo que disfrutó de esa experiencia.
‘Mafer’ cursa el quinto año en el colegio San José Lasalle, con un promedio de aprovechamiento de 9.5. Combina sus estudios con los entrenamientos. Sus prácticas diarias se extienden por dos horas y media, en el complejo Ligas del Sur, en Guayaquil.
Ella se inició en la natación en el 2011, en las piscinas de Fedeguayas, a través de un programa inclusivo. Se cambió porque el proyecto incluía que los deportistas hicieran otras disciplinas y ella se enamoró de la natación.
“Me tocaba entrar al atletismo, pero lo mío es el agua”, contó con señas, Pardo a través de su intérprete, Guadalupe Albuja.
Jorge Moreira, el ingeniero del pimpón
El microtenista Jorge Moreira quiere entrenarse a nivel federativo. Foto: API para EL COMERCIO
Todos los días, antes de dormir, Jorge Moreira realiza una videollamada desde Quito hasta Portoviejo, ciudad donde nació. El microtenista, radicado en la capital, tiene discapacidad auditiva, por lo que utiliza los mensajes de texto y los videos para comunicarse con su hijo de seis años, Sebastián.
El niño es el amor de su vida. Él vive en la capital manabita con su abuela materna porque el deportista tuvo que migrar a Quito para tener un trabajo estable, que le permita solventar sus gastos familiares.
Moreira es profesor de Educación Física en una escuela para niños con discapacidad auditiva. Ama su trabajo, porque cuando él era menor tuvo poco acceso a entidades educativas inclusivas; se le complicó aprender el lenguaje de señas, que ahora domina.
Ingresó a la docencia, porque aún no puede ejercer su profesión. Él se graduó de ingeniero audiovisual y también estudió diseño gráfico.
A sus 38 años siente que cumplió uno de sus sueños: representar al país en un evento internacional. Logró la medalla de bronce en el Open Panamericano para Personas con Discapacidad Auditiva, que se realizó en Guayaquil.
“Esta medalla es un orgullo grande. Se la dedico a mi Sebas”, dijo Moreira al final de la competición. Él no tiene un entrenador ni un equipo. Se entrena por su cuenta; a diario va al parque Cumandá, en el Centro Histórico de Quito, donde juega con otros microtenistas aficionados.
Espera tener acercamientos con la Concentración Deportiva de Pichincha, para poder entrenarse con los deportistas regulares. Su deseo es mejorar su técnica, porque reconoce que su juego es empírico.
Emanuel Llanos, campeón olímpico
Emanuel Llanos consiguió cinco medallas en el Open sordolímpico. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
Una hipoacusia (dismunición auditiva), de nacimiento, fue el primer reto que tuvo que superar el argentino Emanuel Llanos, que también estuvo en el Open.
En su oído derecho lleva un implante coclear, que le permite escuchar mejor, sin embargo, se comunica con sus entrenadores y familiares mediante señas.
Durante su niñez, los médicos le recomendaron hacer cursos de natación, para que sus pulmones se desarrollen. De esa forma le tomó cariño a la disciplina en la que se desempeña desde que tenía 10 años.
Es oriundo de Buenos Aires y un fanático del fútbol, seguidor de River Plate. De niño dividía su tiempo entre las piscinas y el balón, con el sueño de recorrer el mundo a través de la práctica deportiva.
‘Ema’, de 20 años, como lo conocen sus allegados, antes competía con deportistas regulares. Sonríe al recordar que uno de sus entrenadores lo tocaba en el tobillo para que salte al agua durante las carreras, debido a su imposibilidad de escuchar la largada de la chicharra.
Su perseverancia y constancia lo llevaron a convertirse en un campeón panamericano y olímpico en los Juegos para personas con discapacidad auditiva, en Bulgaria.
En Ecuador ganó cinco preseas doradas, con lo que justificó la condición de favorito con la que llegó.
En su penúltima competencia en la piscina de Fedeguayas, se lastimó la muñeca al tocar el borde de la piscina. Pese a eso, logró recuperarse y se ubicó en el primer puesto de su última carrera del día.
Llanos tiene como meta ir a los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020. “Quiero una medalla en Japón, he trabajado para eso”, dijo el nadador.