Hay derrotas y derrotas. El fin de semana, tanto Liga de Quito como Barcelona cayeron de locales. Pero, para la ‘U’, la caída ante el Cuenca representa un signo (¡otro más!, ¿cuántos más quieren?) de que algo ya no funciona bien, de que el equipo carece no solo de argumentos sino del deseo de ganar, y de que algunos hinchas confunden su derecho al reclamo con la mera estupidez. Aun así, lo increíble, lo extraño y lo casi irracional es que Liga está a solo cuatro puntos de los líderes Barcelona y Manta. Solo cuatro. Qué mal estará el nivel de nuestro fútbol para que esto ocurra.
En cambio, la derrota de Barcelona ante Técnico puede ser interpretada tan solo como un insignificante traspié en el camino hacia el título. Pasa en las mejores familias. Tampoco fue nada raro porque los canarios ya sufrieron en la primera etapa caídas iguales y es muy difícil ganar siempre. No merece mayor drama: el plantel es el que mejor juega y puede salir adelante.
Pero quizás este resbalón sea algo más: un oportuno farol rojo para comprender que falta mucho camino y que, con un par de movimientos tácticos del visitante, ni Narciso Mina responde. Barcelona, en esta segunda etapa, había encontrado contundencia, equilibrio y aparecía arrollador. Pero volvió a fallar ante el menos pintado; aunque lo más increíble, extraño y casi irracional es que, a pesar de mostrar un nivel superior al resto, el Manta lo haya alcanzado y que Liga, con lo horrible que está jugando, apenas esté a cuatro puntos del ídolo. Cuatro. Otra vez: qué mal estará el nivel general de nuestro fútbol para que esto ocurra.