Antonio Valencia (derecha), Christian Martinez Borja y Érick Viveros participan con un juvenil en un partido de ‘fut-tenis’, en Pomasqui, el 12 de noviembre del 2019. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
Boca Juniors fue un huracán que pasó por el estadio Rodrigo Paz arrasando con la ilusión alba. El 21 de agosto, las ilusiones de volar alto en la Copa Libertadores se extinguieron. El cuadro ‘xeneize’ superó a los albos en todas sus líneas y ganó el partido de ida de los cuartos de final con un inapelable marcador de 3-0.
Siete días después, los albos empataron 0-0 en Buenos Aires, pero la eliminación ya estaba consumada. El golpe fue demoledor para el equipo del entrenador Pablo Repetto.
“Nos superaron en todas las líneas. Nunca tuvimos respuestas. Teníamos mucha ilusión con llegar lejos en la Copa. Fue un golpe muy duro”, reconoce el defensa Carlos Rodríguez. Con su visión coincide el golero Adrián Gabbarini, quien desde el fondo de la cancha veía cómo sus compañeros no podían hilvanar los pases. “Nos sometieron, fue una derrota dolorosa, pero después de esa serie surgió el compromiso de levantarnos y dar pelea en lo que nos quedaba por disputar en el año”.
En el camerino del vigente campeón local los diálogos entre futbolistas son permanentes. Es una suerte de terapia que han desarrollado para tratar sus problemas y reencauzar las metas, cuando se producen reveses como los de la Libertadores.
Las conversaciones grupales comenzaron cuando volvieron de Buenos Aires tras la eliminación copera. Tomaron la palabra los de siempre: Gabbarini, José Quintero, Hernán Pellerano, quien pese a que ha jugado poco en la campaña, es respetado en el grupo.
La consigna era clara y la explica ‘Paco’ Rodríguez: “ganar la Copa Ecuador y, sobre todo, retener la corona local servirá como bálsamo para sanar la herida de la Copa”.
En el torneo local, antes de ser eliminado, Liga ya venía encadenado buenos resultados, aunque su funcionamiento no era el mejor, según reconoce ahora el entrenador Pablo Repetto. Tras perder con Aucas en la fecha 21, (el 7 de agosto) el equipo entró en racha: le ganó a Barcelona, Técnico, El Nacional, empató con Emelec, derrotó a Mushuc Runa, Independiente hasta que le 26 de octubre perdió con Deportivo Cuenca. Cinco victorias y un empate antes de caer.
En el remate de la etapa, los albos golearon 5-2 a Fuerza Amarilla y el pasado fin de semana derrotaron 2-0 a Delfín en la primera final de la Copa Ecuador, en el Rodrigo Paz.
En el cuerpo técnico y en el grupo de jugadores hay la sensación de que las cosas van funcionando mejor en la cancha, que los movimientos cada vez están más automatizados. Hay satisfacción por el nivel con el que llega Antonio Valencia, criticado a su llegada al equipo por su exceso de peso y su falta de ritmo, a la instancia final del torneo. Repetto considera que su conexión con José Quintero, como lateral y volante ofensivo, respectivamente, dará problemas a los rivales.
Liga se va liberando de presiones y los rendimientos individuales ayudan al crecimiento colectivo: en el segundo semestre, Rodrigo Aguirre se erigió como el goleador que el equipo necesitaba: lleva 12 anotaciones, seis de las cuales llegaron en el remate de la temporada.
“Los futbolistas están enfocados en este remate del torneo. Siento que algunos, como Andrés Chicaiza, se han liberado de la presión. En el inicio de la temporada, todo era Chicaiza, Chicaiza ¿por qué no juega? ahora está más suelto, puede rendir mucho más”, añade el entrenador azucena.
El volante otavaleño llegó este año con el cartel del armador que el equipo no tenía. El pasado domingo marcó el segundo tanto ante Delfín y eso indica que será titular en la final de este sábado.
Los albos saben que para ganar la Copa tendrán que superar a un rival y un escenario que, a priori, luce hostil. En el cuadro albo generó molestia la decisión de Delfín de ‘postear’ en redes sociales la pierna de Bruno Piñatares, con las huellas del zapato del ‘Toño’. Consideran que el gesto fue innecesario. Liga viajará a Manta con ilusión. Cree que pueden someter a su rival.