31 de los 328 futbolistas de la Serie A están lastimados y marginados del día a día. El apoyo familiar y de sus clubes es fundamental para recuperarse. Foto: EL COMERCIO.
Hernán Pellerano veía doble en la banca de suplentes. Al igual que su visión de ese momento, hoy sus recuerdos son borrosos. Se desmayó y, cuando volvió en sí, estaba en una camilla en el camerino de Liga. El doctor Juan Barriga le suministró un calmante para que pudiera soportar el intenso dolor de la rodilla que comenzaba a inflamarse.
El 16 de diciembre pasado, Liga ganó su estrella local 11, pero perdió a uno de sus comandantes por lesión. Pellerano apenas estuvo tres minutos y 36 segundos de la final ante Emelec. El delantero Byron Palacios usó sus dos piernas como tenazas para arrebatarle el esférico. La presión afectó la rodilla izquierda de ‘Pelle’. Escuchó un ‘crac’: se había roto el ligamento cruzado anterior.
La adrenalina del momento, el calor corporal, la atmósfera de un estadio lleno, la idea de su segundo título (fue campeón en Argentina con Velez, en 2005), fueron analgesia en el primer tiempo. “Recuerdo que me abracé con Pablo (Repetto) en el gol de Anderson Julio. Después me senté, no tenía dolor. Hasta que empecé a ver doble y después no sé cómo terminé en el camerino”. El doctor Barriga determinó el impacto del diagnóstico: seis meses fuera de las canchas.
Las lesiones son el principal temor de los futbolistas. Ver a su club desde fuera de las canchas, perder continuidad en la alineación y no recuperar su movilidad y elasticidad son algunos de los temores. Actualmente, 31 de los 368 futbolistas inscritos en la Serie A están lesionados. La mayoría de las dolencias son musculares (desgarros, contracturas). Las más severas son las que comprometen articulaciones como las roturas de ligamentos o del tendón de Aquiles.
Pellerano se fue a Argentina y se operó con el especialista Jorge Batista. Este 2019 volvió a Ecuador para continuar con su rehabilitación. Han transcurrido tres meses; tuvo que volver a aprender a caminar: ‘talón, planta, punta’, ‘talón, planta, punta’, se repetía e se esforzaba para dar pasos.
Pellerano se encuentra en la mitad de su recuperación. Pero hay otros futbolistas en el torneo que recién empiezan su ‘viacrucis’ como Enson Rodríguez de Aucas y César Obando, de América. El primero, volante venezolano, se rompió el ligamento cruzado de la rodilla izquierda. Fue en el partido en que los orientales ganaron a Deportivo Cuenca por 1-0, el sábado 30 de marzo.
Rodríguez intentó eludir a Jonathan González cuando su pupo se quedó fijo en el césped del Gonzalo Pozo. La rodilla crujió. “El médico (Daniel Rosales) intentaba echar la rodilla para atrás para ver qué pasaba, pero la pierna estaba firme y la rodilla, hinchada”.
El futbolista se operó y ahora camina con ayuda de muletas. El miércoles veía el partido de cuartos de final entre Barcelona y Manchester United junto a su amigo Geovanny Ibarra, un colombiano que se prueba en el América.
Rodríguez mantiene el buen ánimo, aunque reconoce que su actual limitación física le produce ansiedad: su esposa Johanna le ayuda a ponerse debajo de la ducha para bañarse y luego a salir. El videógrafo del cuadro oriental, Argenis González, maneja su automóvil en sus traslados diarios hacia el estadio de Aucas, en donde realiza los primeros ejercicios de rehabilitación.
Sixto Curipoma, fisioterapista de la Selección mayor, ha atendido a gran cantidad de futbolistas en su consultorio. Él dice que las secuelas de las lesiones no solo son físicas, sino, sobre todo, sicológicas. “Lo importante es hacerles notar que, con una buena recuperación volverán a las canchas. Es clave respetar los procesos de rehabilitación”.
Obando, defensa del América, espera fecha para poder operarse. El pasado sábado, se destrozó la rodilla tras chocar con el golero de su club, Darwin Cuero. Ambos intentaban impedir el empate de los toreros, concretado por Óscar Estupiñán. La lesión comprometió los ligamentos cruzado anterior, colateral y cruzado posterior. Tendrá ocho meses fuera de las canchas.
“Vine al América en pos de jugar más y lo estaba logrando. Soy joven (tiene 23 años) y sé que con el apoyo de mi familia voy a lograr recuperarme pronto”, confesó Obando. Su esposa Jeanine es su principal bastión. Ella intenta a diario que la lesión no lo desplome.
Pellerano emplea seis y hasta siete horas de trabajo para recuperar flexibilidad y la correcta extensión de sus articulaciones. En las mañanas pasa tres horas trabajando en la casa de Concentración de Liga con los fisioterapistas Fernando Iza y Jaime Flores. Allí comparte largas horas con Anderson Ordóñez, defensa central de Liga de Quito,a quien una fisura en el pie izquierdo lo tiene ocho meses sin jugar.