Los hinchas suizos se juntaron con los brasileños para festejar la victoria lograda ante la Selección ecuatoriana. Foto: EFE
Los goles en los partidos que se pierden son olvidables. Pero los goles que no se metieron sirven para largas discusiones pospartido.
Precisamente ese era el aceite que encendía la conversación entre los ecuatorianos que salían de los graderíos del estadio de Brasilia.
El blanco de los disparos era el gol fallido del volante Michael Arroyo, y el consecuente contraataque suizo.
Los hermanos Javier y David Albuja estaban parados fuera de la entrada al escenario deportivo. Sus miradas, por decir lo menos, estaban perdidas en el horizonte.
Si se les preguntaba un análisis podían debatir sobre esos goles no hechos.
Vinieron desde Quito y como el fútbol es más lindo porque vive de esperanzas, al menos en la Mitad del Mundo, acompañarán a la Tri a Curitiba y Río de Janeiro para “hacer sufrir a Honduras y Francia”. Los dos quiteños estaban detenidos, como ausentes
del bullicio que se forma a la salida del estadio.
No muy lejos de la pareja de hermanos estaba Fidel Jaramillo, con la misma pose pensativa. Sus manos desplegaban la Bandera ecuatoriana, que intentaba volarse de sus manos -por culpa del tiempo- e irse del lado de los ganadores.
Jaramillo también podía debatir por horas sobre el gol no hecho de Arroyo, pero iba a ser como echar sal en una herida. Lo mejor fue pensar en que la historia cambiará con Honduras y Francia, tal vez para pelear el segundo lugar.
Los suizos, más conservadores, llevaban una pequeña sonrisa de triunfo. Los más eufóricos llevaban la cara y hasta el cuerpo pintados de rojo y una cruz blanca en la cara.
Sandro, cuyo apellido fui difícil de entender, llegó desde Zúrich para ver a su Selección. Fue amable en responder -en inglés- su versión del partido: “Jugamos nerviosos el primer tiempo, pero el segundo mejoramos y seguro nos clasificaremos a la siguiente etapa”.
Respondió como si se tratase de un jugador de fútbol abordado en la zona mixta.
Otros suizos optaban por gritar. El triunfo les poseyó al terminar el partido, porque en la previa los ecuatorianos mandaban en la alegría.
La mayoría de ecuatorianos tenía más razones para tomar un sorbo de amargura. Los suizos, en cambio, salían con más de una cerveza de alegría.
La fiesta que en la previa era amarilla se convirtió en roja, y los brasileños -fieles a su Carnaval- se confundieron con los europeos para hacer parranda.
“Suiza, Suiza, asi você me mata” cantaban los ‘verde amarelos’ y los rojos, haciendo una parodia de la canción Ai se eu te pego, de Michel Teló.
Y como buenos ‘torcedores brasileiros’, en medio de los cánticos aparecieron
los improperios para Argentina, su archirrival, y por añadidura para Lionel Messi.
La seguridad intentó parar el griterío, pero sirvió de aliento para saltar con ganas. Los saltos y gritos ocurrían en las escaleras del ingreso principal.