En la puerta principal del domicilio de Álex hay un cartel amarillo colgado desde el pasado miércoles. En él está escrito un mensaje con marcador negro: “Bienvenido Álex, te amamos”.
La leyenda la escribieron su padre Nicolás y su mamá Ayesca. Esperaban que su hijo, de 21 años, recuperara su libertad hace una semana.
Álex es uno de los 29 hinchas de Barcelona que fueron detenidos el pasado 19 de mayo durante un supuesto enfrentamiento fuera del estadio Monumental.
Él no estuvo entre los 15 aficionados que salieron la semana de la Penitenciaría del Litoral y ayer, tampoco pudo recuperar su libertad debido a que, por segunda vez, se suspendió la audiencia de pedido de fianza.
El fiscal Kléber Beltrán volvió a excusarse de asistir a la cita, prevista para las 15:00, en el Juzgado Primero de Garantías Penales de la Corte Provincial de Justicia del Guayas.
La noticia provocó indignación en los padres y familiares de los 14 hinchas que aún se encuentran detenidos. El sábado pasado, el fiscal Beltrán se excusó de asistir a la audiencia aduciendo enfermedad.
El Juez Primero de lo Penal, Enrique Rodríguez fue el encargado de anunciar la suspensión de la audiencia. Hasta las 16:00 de ayer, aún no se había establecido una fecha para el tercer intento de instalación.
Los padres de Miguel H., uno de los 14 aficionados que todavía siguen detenidos, se enteraron de que su hijo había sido aprehendido por la Policía cuatro días después del supuesto enfrentamiento.
Sus otros hijos inventaron una historia para no afectar su salud emocional. Les dijeron que Miguel había escapado con su novia a Milagro y que dentro de cuatro días regresaría.
Ellos esperaban que saliera en libertad después de la multa de USD 14 y cuatro días de reclusión menor impuesta, en principio, por la Comisaría Cuarta de Policía. Pero no ocurrió así.
Ellos se enteraron de que su hijo estaba detenido gracias a los vecinos. “Nos dijeron que estaba esposado en la PJ. No entendíamos nada”, recuerda César.
Lo mismo le pasó a Rosa, mamá de Raúl M. Una amiga de su hijo, le avisó cerca de las 21:00 del 19 de mayo, que su hijo se encontraba detenido en la Policía Judicial del Guayas. Verlo esposado fue una imagen desgarradora que aún le provoca lágrimas cada vez que la recuerda. “Los trataban (los policías) como delincuentes”, cuenta.
Su vida y la de su familia cambiaron después de ese día. Bajó de peso. Duerme cuatro horas diarias y constantemente entra al cuarto de su hijo e imagina que se encuentra ahí. Lo visita en la Penitenciaría del Litoral todos los fines de semana.
El padre de Raúl, es fotógrafo en una escuela en el norte de Guayaquil. Pero desde la detención de su hijo dejó de trabajar. Los padres de Miguel, junto al resto familiares de los detenidos, realizan concentraciones diarias en los exteriores de la Corte de Justicia del Guayas.