Ni siquiera un chaparrón torrencial, que se materializó para aguar la fiesta durante algunos minutos, fue capaz de callar a las miles de gargantas que esta tarde se han concentrado en torno a la diosa Cibeles para celebrar junto a los jugadores del Real Madrid el trigésimo segundo título de Liga.
El chapuzón fue repentino, pero frente a las adversidades pudo la ilusión de saber que, en ese momento, los futbolistas de la primera plantilla se subían en el autobús descapotable que debía llevarles desde el estadio Santiago Bernabéu hasta la estatua.
Fue entonces cuando los más de 25.000 aficionados que abarrotaban el recorrido vieron recompensada su paciencia, que llevó a algunos a esperar durante más de dos horas con la intención de tener un sitio privilegiado al paso de la comitiva.
Los que se situaron tras las vallas que rodeaban el tradicional lugar de celebración contaron además con el aliciente de la animación musical.
Los cánticos dedicados al club madrileño y también al Barcelona, el máximo rival, se mezclaban con algunos de los temas de moda y con los mensajes lanzados por un animador desde el escenario, generando un atronador caos sonoro que aumentaba en intensidad conforme se acercaba el vehículo más esperado.
Finalmente se despejaron los nubarrones y salió el sol justo a tiempo para iluminar una llegada jalonada de banderas y bufandas. Desde el asfalto o bien subidos a los semáforos, a árboles o a las señales de tráfico; los seguidores, que pintaban de blanco la escena con sus camisetas, se veían recompensados con la complicidad de sus ídolos.
En el piso de arriba del autobús, el brasileño Marcelo, el portugués Pepe y el alemán Özil eran los más activos mientras otros como los lusos Cristiano Ronaldo, que cubría su cabeza con una gorra negra, Coentrao o el técnico Jose Mourinho se mantenían en un discreto segundo plano.
Tras dar una vuelta en torno al perímetro, los futbolistas fueron apeándose uno a uno rumbo a la pasarela que rodeaba a la estatua. Mientras por la megafonía se recordaba el nombre de todos los campeones.
Durante el acto muchos de ellos portaron una camiseta conmemorativa del triunfo que lucía por detrás un logotipo con el trofeo conquistado, un número “32” y, por temporadas, todos y cada uno de los campeonatos domésticos conseguidos hasta la fecha.
Ya subidos en altura, algunos comenzaron a usar sus móviles para inmortalizar el momento mientras se paseaban por la instalación habilitada para que se movieran con libertad. De todos, Casillas fue uno de los que más recurrió a él, grabando un vídeo e incluso colgando algunas fotografías junto a sus compañeros en la red social “Facebook”
Fue uno de los instantes de mayor protagonismo del capitán que, como suele se tradicional, ascendió por unas escaleras rumbo a la cabeza de la Cibeles para imponerle la bufanda y una bandera. Sujetado en todo momento por la cintura, besó además al emblema del madridismo ante el delirio de los presentes.
Fue la guinda de la fiesta, el momento cumbre, la imagen que servirá para ilustrar la nueva conquista del conjunto madrileño; que acaba con una sequía de tres temporadas motivada por el dominio del Fútbol Club Barcelona.
Después regresaron al autobús y tras dar una vuelta más, emprendieron el camino de retorno por el Paseo de la Castellana, en donde el tráfico había sido suspendido a lo largo de tramo de celebración. Unos cortes que también afectaron a algunos tramos de las arterias colindantes como la calle Alcalá y la Gran Vía.
Al igual que ellos también se fueron retirando la mayoría de los aficionados. Otros se negaron a abandonar la calzada cuando la policía trató de restablecer la circulación, lo que propició una carga.
Fueron los únicos incidentes de una jornada que se saldó con un detenido y quince heridos, todos ellos atendidos por contusiones de carácter leve.