El ‘Papá’ del fútbol continúa entusiasmando a sus seguidores. Cada fin de semana, en los graderíos de los estadios de Segunda se vive una verdadera fiesta gracias a un puñado de irreductibles hinchas que se unen con una misión: alentar hasta que el Aucas regrese a la Primera categoría.
Con matracas, tambores, banderas, gorros y pitos, pintados de amarillo y rojo, la hinchada alienta al ‘Papá’. Desde que el equipo está compitiendo por volver a Primera, las caravanas de hinchas que acompañan al plantel fuera de Quito son frecuentes.El viernes pasado, antes de la media noche, un grupo de hinchas se reunió en la Tribuna de la Teniente Hugo Ortiz, al sur de Quito. Ellos, con banderas, camisetas y distintivos del Aucas, subieron a los buses y fueron hasta Pedernales, en Manabí. Ahí el Aucas derrotó al Ciudad de Pedernales 1-0.
La hincha fiel
Susana Collahuazo es una de las fanáticas más fieles. “El Auquitas es mi vida”, expresa mientras muestra una bufanda amarilla donde sobresale la frase “S. D. Aucas, el Ídolo del Pueblo”.
Un jarro de porcelana, un banderín, una muñeca de madera con los colores del cuadro oriental completan su colección. Susana, de 40 años, se aficionó del Aucas por su padre.
Ella lo acompañaba a los partidos. Cada vez que iba al estadio se entretenía, aprendía los cantos y se contagiaba de la euforia de los hinchas ex petroleros.
Desde entonces, esta mujer de contextura gruesa y de mediana estatura procura no perderse ningún cotejo del Aucas, incluso ahora que está en Segunda.
Si las fechas de los partidos aparecen entre semana, no se inquieta.
Sin recelo, Susana Collahuazo acude a su jefe (ella trabaja en una agencia de turismo del norte de Quito), y solicita el permiso. Sus compañeros saben que, si hay partido, Susana no se perderá.
“Le miente al jefe”, revela Mónica Araujo, su compañera. La mujer se sonroja y admite que sí ha pasado. “Una vez tuve que pedir permiso argumentando un problema personal, pero era para ir al estadio”. En esa ocasión fue el partido que el Aucas jugó en Machachi con el Clan Juvenil, con victoria de los capitalinos.
Era un partido importante para Aucas: con ese triunfo se clasificó a la segunda fase del zonal. ¡Cómo no estar ahí, pues!
En la barra de la Guardia Oriental, Susana Collahuazo es la mujer orquesta. Ella actúa de tesorera, organiza a la gente, reparte volantes y pinta pancartas junto a los otros hinchas. Antes de ir a los partidos alistan las 50 matracas, la bandera de 25 metros de largo que se coloca en un espacio vistoso y también llevan dos tambores que Juan Tacuri, otro hincha, consiguió por una donación.
Para alentar al ídolo, fuera de casa contratan un vehículo. Los viajes cuestan entre USD 5 y 10, dependiendo del destino.
La venta de los pasajes se promociona por la Internet y vía telefónica. A los partidos, Collahuazo va acompañada de su sobrina Jéssica Rodríguez, de 17 años. Collahuazo no se ha casado todavía. Pero, si lo hiciera, sabe a quien elegir. Tendrá que ser un hincha del Aucas. “Ese es un requisito indispensable”.
La familia hincha
El ‘Bebazo’ se volvió popular en el Centro Comercial Ipiales del Sur. Se trata de un muñeco vestido de amarillo y rojo que sobresale entre la ropa de niño que Martha Ruiz vende en el local número 147. La comerciante lo exhibe junto a una bandera que identifica al Aucas.
El ‘Bebazo’ es afortunado: posee una colección de ropa que resalta las insignias del ‘Papá’.
Martha confecciona los trajes y cada semana ‘Bebazo’ luce una vestimenta distinta que identifica al equipo de sus amores.
Ella se entusiasma cuando las personas que pasan por su local notan que es hincha del Aucas.
Lo curioso es que no le gustaba el fútbol ni se interesaba por ningún equipo en particular, hasta que se casó. Martha tenía 14 años y su esposo Jorge Ninacuri, 17.
A él le gustaba el fútbol desde los siete años pero tenía que escaparse para observar los partidos en el parque de El Arbolito.
En la casa de Jorge Ninacuri no eran aficionados, pero él sí. “Era emocionante ver cómo la gente disfrutaba y gritaba los goles del Auquitas”, cuenta Ninacuri.
Martha se acostumbró a acompañar a su esposo y se apasionó por el ‘Papá’, al igual que su hijo Ricardo, que ya tiene 16 años.
Jorge Ninacuri formó la barra de Armagedón, palabra bíblica que significa ‘final de los tiempos’. Con contribuciones y cuotas que no superaban los USD 2 compraron los bombos, las matracas que cada fin de semana retumban en los escenarios deportivos.
Ricardo se encarga de organizar al grupo de jóvenes del Armagedón. Ellos mantiene reuniones periódicas. Entre las actividades está la de confección de pancartas, canciones y mantener la página web de la barra.
La página de Internet, abierta desde 1996, ahora se nutre de información de las fechas y resultados del torneo de Segunda categoría. En el sitio también hay acceso a los álbumes de fotos de los seguidores y un resumen de la historia del cuadro oriental. También se encuentran disponibles fotografías de jugadores e hinchas antes de los partidos.
Martha se siente orgullosa de que toda su familia forme parte de la hinchada del Aucas.
Ella también confecciona camisetas con el nombre de la barra de Armagedón. Cuando Martha no puede ir al estadio, es fijo que el partido lo escuche por la radio. Los negociantes que están en los puestos aledaños al de ella también se contagian del entusiasmo de Martha por el ‘Papá’.
“No es lo mismo estar aquí (en el local) que en el estadio, alentando al equipo”. Ella comenta que sufre más . “Me angustio, pero si gana me tranquilizo”.
Martha abraza a su muñeco ‘Bebazo’ cada vez que el Aucas gana. “Tengo tres muñecos y me gusta vestirlos de amarillo y rojo”. Esos muñecos son especiales para Martha y ni las nietas pueden jugar con ellos. Son el símbolo de su afición por el Aucas.
El conductor auquista
En una mecánica de Carapungo, al norte de Quito, Jorge Suárez da mantenimiento a su bus escolar. El hombre, que viste de amarillo y rojo, no oculta su admiración por el cuadro oriental.
Suárez es uno de los conductores que presta su unidad para los tours de los fieles seguidores del ‘Papá’. El primer viaje fue hace dos años, cuando el Aucas estaba en la Serie B. Desde entonces, cada vez que hay cotejos fuera de casa , Suárez viaja con la hinchada.
Él disfruta de los viajes porque puede dialogar con los seguidores de su equipo favorito.
Recuerda que, cuando era niño, iba a los clásicos que jugaba el Aucas con la Liga de Quito. En ocasiones esos partidos eran por la noche, en el estadio Olímpico Atahualpa. La espesa neblina en ocasiones no permitía ver nada. A ratos, para Suárez eso era un alivio porque así no veía los goles que le marcaban al equipo oriental.
Cuando el conductor auquista tiene que cumplir con los recorridos en el Colegio 24 de Mayo y no puede viajar, trata de enterarse de los resultados por la radio.
Suárez, en son de broma, dice que sería mejor que Aucas se quede en la Segunda categoría. “Cuando el equipo estaba en la Serie A, los aficionados ni siquiera iban al estadio de Chillogallo”.
Ahora familias enteras se reúnen y viajan para alentar en los partidos. El bus de Suárez tiene capacidad para 45 pasajeros.
Hay aficionados que por la falta de dinero no viajan. Pero en algunos casos funciona ‘la vaca’. Y así viajan todos en el bus de Suárez, gritando : “¡Dale A, dale A…!”.