Partido de ida de las semifinales de la Copa Libertadores entre Barcelona Sporting Club y Gremio de Porto Alegre, el miércoles 25 de octubre de 2017 en el estadio Monumental de Guayaquil. Foto: Marcos Pin / API
La plantilla del Barcelona Sporting Club llegó a Brasil la mañana de hoy 1 de noviembre, mismo día en el que debe enfrentarse a Gremio de Porto Alegre por las semifinales de la Copa Libertadores de América, desde las 18:45 (hora de Ecuador). Los jugadores descansarán toda la mañana y tarde, para contrarrestar el cansancio del vuelo.
El equipo recién llegó a Porto Alegre a las 06:00 (03:00 de Ecuador), tras pasar dos días en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Estuvieron ‘atrapados’ en ese lugar, por problemas en la documentación de su chárter.
Según José María Andrade, entrenador ecuatoriano, el panorama es adverso para el conjunto que dirige Guillermo Almada. “El escenario no puede ser peor, tienen muchas cosas que superar, será muy complejo”, dijo.
Andrade mencionó que el estrés de vuelo, la ansiedad y la angustia por la espera, afectan a los jugadores antes de este compromiso. “No pudieron comer ni dormir como se debe, llegan con un marcador adverso y a jugar en un estadio hostil”.
El preparador físico Duffer Alman, coincide en que la parte psicológica de la plantilla es la más afectada por ese tema. Según él, el ser humano está acostumbrado a cumplir con un horario determinado de sueño, que si no se ejecuta bien puede repercutir en las actividades diarias.
“Los deportistas deben cumplir con sus horarios, el cuerpo tiene costumbres y rutinas de vida”, explicó. Por eso, según su criterio, la decisión de descansar hoy todo el día, es acertada por parte de Almada.
Según su experiencia, el hecho de no haber entrenado dos días (domingo y lunes), no será determinante. “Entiendo que antes de viajar hicieron trabajos regenerativos, para bajar las cargas el partido contra Liga (28 de octubre), eso les sirvió para disminuir el ácido láctico”, dijo.
Explicó que generalmente los preparadores físicos bajan sus cargas de trabajo con 72 horas de anticipación a un partido, por lo que el ‘descanso obligado’ no resultaría tan contraproducente en el rendimiento físico del equipo.