Gustavo Costas, el entrenador que tiene de líder del Campeonato local a Barcelona, utiliza cinco cronómetros en su rutina diaria.
Tiene un cronómetro exclusivo para dirigir los entrenamientos de Barcelona. También posee otro que siempre lo guarda en su auto, un 4×4 QMC blanco que conduce en Guayaquil. Además, guarda dos en sus departamentos y utiliza otro para controlar el tiempo en los partidos oficiales.
El tiempo es una de sus obsesiones. Él dice que se preocupa de esto porque se trata únicamente de la ejecución de un plan de trabajo “previamente establecido” por el cuerpo técnico.
Pero reconoce que el tiempo, así como el dinero, hay que “saber administrarlo”. Que un minuto mal gastado, puede repercutir en los minutos siguientes.
Su asistente, Pablo Fernández, recuerda que en una ocasión se descargaron las pilas de uno de sus cronómetros. Entonces, dirigían una práctica en el Alianza Lima (Perú). El equipo jugaba un partido en espacios reducidos. Costas les había dicho a los jugadores que el entrenamiento duraría 25 minutos, pero cuando habían pasado 35, su asistente empezó a preocuparse.
Primero se preguntó si Costas había decidido jugar 10 minutos más para sacar alguna conclusión. Pero cuando llegaron a los 45 minutos, le preguntó por qué no terminaba el entrenamiento. En ese momento, el ‘Narizón’ miró su cronómetro y exclamó: “¡Carajo, se quedó sin pilas este aparato”. Todos sonrieron.
El orden es otra de sus reglas. El asistente Fernández lleva siempre con él una carpeta y un cuaderno espiral. En ellos tiene, como él dice, “desmenuzados” a cada uno de los jugadores del equipo. Tiene detallados los tiempos en el que ellos realizan las rutinas de ejercicios físicos.
Entre los apuntes está también el peso trimestral de cada futbolista. También tiene registrados algunos nombres de jugadores juveniles, con el encabezado “ojo observar”.
Ese orden lo exige Costas. Según Fernández es meticuloso. Se preocupa por tener siempre a la mano la información de cada jugador. A partir de esos datos, construye una idea sobre el rendimiento colectivo e individual del grupo durante la semana.
Costas es amante del orden. Se lo exige a él mismo y también a sus colaboradores. Con ellos se reúne después de cada partido para avaluar al equipo y planificar la siguiente semana de prácticas.
El orden va de la mano con la disciplina. Cuando el entrenador da una instrucción a alguno de sus jugadores, le gusta que lo miren a los ojos. Dice que eso les ayuda a los jugadores a asimilar más rápido y con mayor precisión sus ideas futbolísticas.
Durante las charlas técnicas solo habla él. Todos deben atenderlo… Suele ser drástico y exigente.
Carlos Gruezo, uno de sus asistentes, recuerda que el estratega rioplatense suele decirle que la atención garantiza una buena ejecución de la estrategia. Por eso, pide a todo el grupo que se aplique durante los partidos.
Esas ideas surgen, generalmente, por las tardes. Después de una siesta de cerca de tres horas, el técnico revisa videos de los partidos de su próximo rival. Gruezo es el encargado de realizar un seguimiento detallado de los adversarios. Él reúne los videos de los cinco últimos compromisos del equipo contrario en un CD.
La concentración también es fundamental. El argentino considera que solo así está garantizado el funcionamiento colectivo.
Otra de sus virtudes es su trayectoria ganadora. No le gusta perder. En lo que va de su carrera como técnico, que empezó en 1999 en Racing Club de Argentina, ha disputado un total de 523 partido. De esos ha ganado 246, empatado 123 y perdido 154).
Estas reglas las aplicará el domingo en su visita al Cuenca. Buscará un triunfo para alcanzar el primer lugar de esta fase.