El subtítulo de la Copa Libertadores de América del Independiente del Valle fue la más destacada actuación en este año de un equipo ecuatoriano.
El equipo de Sangolquí consolidó su imagen internacional por partida doble en esta temporada: jugó la final del torneo ante Atlético Nacional de Medellín y donó sus taquillas coperas a los damnificados del terremoto que afectó, sobre todo, a la provincia de Manabí, el pasado 16 de abril.
Fueron 907 874 USD producto de las recaudaciones de los encuentros jugados en el estadio Olímpico Atahualpa de Quito ante los clubes River Plate de Argentina, Pumas de México, Boca Juniors de Argentina y la final ante Atlético Nacional de Colombia.
Independiente del Valle dejó en el camino a los dos grandes conjuntos de Argentina, Boca y River y al temido Pumas del balompié azteca. Por esta razón en las nominaciones de fin de año, los nombres de Franklin Tello, presidente; Arturo Mina, jugador y el uruguayo Pablo Repetto, director técnico, constan con justicia como mejor dirigente, mejor jugador y mejor entrenador del año, en el cuadro de honor de la Asociación de Periodistas Deportivos de Pichincha (APDP).
Mientras que Atlético Nacional de Medellín pidió se entregue la Copa de Campeón de la Copa Sudamericana al club Chapecoense de Brasil, cuyos integrantes fallecieron en el accidente aéreo cuando llegaban a Colombia.
Ese gesto le valió al Atlético Nacional recibir la nominación Centenario Conmebol al Fair Play (juego limpio), entregado por la Confederación Sudamericana de Fútbol.
Qué bueno que el fútbol entregue su lado humano y solidario dentro de una vorágine, por alcanzar resultados y conseguir negocios, en la que al parecer todo vale para ganar sin importar mucho la ética futbolera.