Ha tenido una vida intensa desde niña, lo que le ha permitido probar una gran serie de actividades que por su energía y curiosidad le han atraído a lo largo del tiempo.
Pero la cercanía natural hacia la Medicina por la profesión de sus padres y su afición a los deportes la llevó a definirse por la atención y curación de lesiones, algo que hoy practica en Independiente del Valle.
¿Siempre quiso ser médica?
No tanto así. Mis dos papás son médicos y fue un poco más seguir los pasos de ellos. Pero yo tenía ganas de hacer distintas cosas: ser abogada, me fascinaban los deportes; en el colegio era en lo que más invertía tiempo: era capitana del equipo de básquet, de fútbol, jugaba ajedrez.
Compartía mi tiempo entre muchas actividades que me gustaban. Hice un poco de todo y creo que por eso luego se me hizo fácil saber lo que me gustaba. Así que no puedo decir que siempre quise ser doctora, pero pasé en hospitales toda la vida y sabía que era una posibilidad para mí. Y al final hice el pre de medicina, lo aprobé, me gustó y terminé estudiando eso.
¿Y la medicina deportiva?
No tenía idea de que existía una carrera como médico de un equipo; no lo veía como posibilidad porque no es de las especialidades más conocidas. Pensaba en neurocirugía, reumatología, traumatología, pero lo otro no. Y esto me lo dio el haber trabajado en un medio de comunicación al que le guardo mucho cariño (una radio).
Fue ahí donde tuve esta epifanía de juntar estas dos cosas que me gustaban: estar en este mundo de deportes, cubrir los fines de semana, estar en los estadios, en torneos internacionales, que pude estar en principio por la radio, y luego vincularlo a la carrera de la que prácticamente me había graduado.
¿Cómo se concreta la medicina deportiva?
Hice mi rural en Salinas y seguía trabajando en la radio. Una vez que terminé mi año rural, tenía planes de estudiar en el exterior. Y mis papás me dijeron “vas a tener que tomar una decisión sobre qué vas a hacer”. Y dije: “la mejor forma de vincular estos dos mundos que me gustan quizás es estar ahí, en el deporte de equipo, y entonces lo vi como una opción.
Comencé haciendo prácticas en River Ecuador, cuyo dueño era el mismo de la radio, y mi jefe me recomendó que vaya al club a ver cómo era el trabajo. Y luego me fui en el 2015 a estudiar a España porque la Liga Española es una de mis favoritas, junto con la Premier, y me interesaba mucho ver cómo trabajaban los clubes allá.
Iba a estudiar medicina deportiva, a través del (programa) MIR (médico interno residente), pero ese año cerraron la carrera para hacer una readecuación del pénsum y terminé estudiando en la Universidad Politécnica de Madrid, Prevención, intervención y readaptación de lesiones en el Instituto Nacional de Educación Física, además de un máster en Investigación e intervención del deporte en la Universidad de Valencia.
Lo que me gustaba de estos posgrados era que me enseñaban cómo se manejan allá los preparadores físicos, los fisioterapeutas, además del manejo de los clubes en el día a día porque teníamos prácticas en distintos clubes de la comunidad de Madrid; fuimos al Real Madrid, al Rayo Vallecano, al Getafe, al Atlético de Madrid; nuestros profesores eran de esas instituciones y aprendí mucho.
Y en Valencia más la parte de investigación científica; tuve la oportunidad de tener profesores del Levante, del Valencia. Y un networking increíble de profesionales de España, de los cuales todavía soy amiga, aprendo muchísimo y realmente me han ayudado para ir creciendo de forma científica sobre cómo lograr el mejor rendimiento, prevenir lesiones y cuidar a nuestros deportistas de la mejor manera.
¿Alguna vez se sintió relegada por ser mujer?
A lo largo de mi carrera he tenido un poco de todo. Una vez en Independiente puedo decir que no he tenido más que apoyo, respeto y en ese sentido nunca me he sentido relegada por mi género; es más, acá el hecho de que sea mujer es lo menos importante y ese es el punto al que uno quiere llegar, que la igualdad sea tal que ser mujer sea lo menos interesante de ti.
Y en Independiente hay otras mujeres que trabajan de la mano conmigo, como la nutricionista, en el área de marketing, las secretarias, tutoras (que cuidan a los de divisiones inferiores), fisioterapeutas; hay variedad de género y por eso es un sitio bonito para trabajar. Uno siente esa inclusión.
Pero no siempre fue así y he pasado momentos difíciles por el hecho de ser mujer, o porque era muy joven o no tenía experiencia. Siempre hay esas historias de la gente que te dice que no, que no puedes, que no es tu sitio; pero incluso ese tipo de experiencias te fortalecen para lo que va a venir.
Y esa gente tendrá que cambiar porque el mundo está evolucionando y las mujeres cada vez más estamos en puestos en los que normalmente no teníamos oportunidades.
¿Sueña, como los jugadores, con llegar a algún club europeo?
Me encantaría poder ir a Europa y especializarme, trabajar en algún club; lo he visualizado. Pero reflexionando lo que vivimos el sábado, creo que ni una Champions me produciría la misma felicidad que haber ganado una copa con un equipo de mi país.
Mientras más lo pienso se vuelve más especial; más que estar en un equipo grande de Europa, el concepto es por qué no hacer grande a un equipo ecuatoriano. La idea es eso, hacernos grandes como ecuatorianos y podemos hacerlo; tenemos la capacidad, podemos ir consiguiendo las herramientas; creo que nos falta la convicción y qué gusto poder aportar un poquito a eso.