Brasil abrirá la Copa Confederaciones 2013 enfrentándose a Japón en Brasilia, según determinó hoy un caótico sorteo que dejó dos platos fuertes para el segundo día del torneo: España ante Uruguay y México frente a Italia.
La selección local buscará defender el título ganado en 2009 en Sudáfrica, en tanto que España, campeona mundial y europea, intentará conquistar el único trofeo oficial de selecciones mayores que aún se le resiste.
El calendario dejó además una ‘perla’: el desigual choque entre España, campeona europea y mundial, y la modesta Tahití en un mito del fútbol como es el estadio Maracaná de Río de Janeiro.
El sorteo celebrado en el Centro de Convenciones Anhembi de Sao Paulo fue “algo caótico”, según admitió el propio maestro de ceremonias, el secretario general de la FIFA, Jerome Valcke, que quizás se quedó corto en la descripción de lo que estaba sucediendo. El problema estuvo en la bolilla que llevaba el nombre de Uruguay, correctamente sacada del cuenco transparente correspondiente por la modelo Adriana Lima.
A continuación, el chef Alex Atala era el responsable de, eligiendo una bolilla al azar en el cuenco B, determinar la posición de los uruguayos en el grupo. Pero el famoso cocinero se equivocó, introdujo su mano en el cuenco A y tomó la bolilla A3. Valcke no notó el error y ubicó de todos modos a Uruguay en el Grupo B, tal como estaba previsto, y en la posición B3: el trasfondo reglamentario es que no puede haber dos equipos de la misma confederación en un grupo, y en el A ya estaba Brasil.
Valcke debe haber maldecido internamente su broma de minutos antes: “El presidente de la FIFA dice que es un sorteo sencillo. Y tiene razón”. No lo fue, porque el error de Atala, que Valcke no advirtió inicialmente, llevó a cambiar de ubicación dos veces a Uruguay al descubrirse que el “verdadero” B3 era Tahití, posición ocupada por los “charrúas”. De haber discurrido el sorteo por los canales correctos, el España-Tahití del Maracaná podría haber sido un España-Uruguay.
Lo que sucedía en el escenario confundió a todos los presentes, entre los que se incluían la presidente de Brasil, Dilma Rousseff, y el de la FIFA, Joseph Blatter. Valcke, visiblemente nervioso, se despidió de Atala sugiriéndole que preparase una caipirinha. “Estas cosas pasan en la vida”, añadió, sudoroso, el “número dos” de la FIFA.
Superado el caos del sorteo, quedó claro que, tras debutar con Japón, Brasil jugará el 19 de junio con México en Fortaleza y cerrará su fase de grupos con Italia el 22 de junio en Salvador de Bahía.
Tras el debut ante Uruguay, España jugará con Tahití el 20 de junio en el mítico estadio Maracaná de Río de Janeiro y cerrará su grupo el 23 de junio en Fortaleza ante el representante de la Confederación Africana, que se conocerá en enero en la final de la Copa África.
El estadio Maracaná será escenario de uno de los platos fuertes del torneo, el choque entre México e Italia el 16 de junio. Los mexicanos jugarán el 19 de junio con Brasil en Fortaleza y el 22 de junio con Japón en Belo Horizonte. Uruguay, bicampeón mundial, tendrá tras el debut ante España el 16 de junio en Recife un choque con el representante africano el 20 de junio en Salvador de Bahía.
El cierre de su fase de grupos llegará el 23 de junio y nuevamente en Recife ante Tahití. Antes de que el fallido sorteo ensombreciera la jornada, Rousseff aplaudió desde el atril al nuevo seleccionador de su país, Luiz Felipe Scolari, al que le pidió que Brasil recupere el ‘jogo bonito’ que mostró décadas atrás.
“Hacer honor a la tradición brasileña”, dijo Rousseff mientras aplaudía a Scolari, al coordinador técnico Carlos Alberto Parreira y a los ex futbolistas Ronaldo y Bebeto.
El ex lateral Cafú hizo una aparición impecable presentando el balón oficial del torneo, ‘Cafusa’, un acrónimo que une las palabras ‘Carnaval’, ‘Fútbol’ y ‘Samba’. “No tiene nada que ver conmigo esta pelota, es sólo una coincidencia”, bromeó el campeón mundial.
Blatter insistió en su tesis de que la Copa Confederaciones no es un “ensayo general” para el Mundial de Brasil 2014, aunque la historia demuestre que el torneo fue en 2001, 2005 y 2009 una prueba de cara a los Mundiales de los años siguientes. “No es un ensayo para ver las posibilidades de Brasil, es un verdadero torneo de los campeones”, enfatizó Blatter destacando los cinco títulos mundiales de Brasil, los cuatro de Italia, dos de Uruguay y el carácter de campeona mundial y europea reinante de España.