Una extraña combinación de circunstancias o simplemente cosas del destino llevaron al Club Sport Emelec a alzarse con su undécimo campeonato en el estadio Reales Tamarindos de Portoviejo, la capital manabita.
Fiel a su equipo, la hinchada más férrea del conjunto eléctrico llegó de todos lados y copó el escenario deportivo.
Para estar junto a ella en su festejo, había que mimetizarse primero. Una camiseta gris, la alterna con la que los millonarios jugaron ayer, comprada en USD 7 afuera del estadio, resolvió el problema.
La barra con más “ñeque” de la Boca del Pozo se congregó en la general norte del Reales Tamarindos. Allí estaba Carlos Macías, un veinteañero con su pierna izquierda tatuada con el dibujo de un bombillo sonriente. Llegó de Manta con sus amigos, una variopinta mezcla de adolescentes y niños con sus torsos descubiertos y sus cabezas pintadas de azul. “¡Hijuep…. métala ya!l”, gritaba, llevándose sus manos a la cabeza.
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Debido a la prohibición de ingresar a los estadios con pirotecnia, los hinchas se conformaron con vivar a su equipo con globos azules y papel picado. Mariano Cedeño, un chonero seguidor a muerte del ‘Bombillo’, pudo ingresar con un ‘tumbapuertas’ que escondió convenientemente en su entrepierna. Lo detonó al inicio del segundo tiempo, en medio de la complicidad de sus amigos.
El sol no daba respiro antes del partido. Achicharraba las cabezas, quemaba las gradas de cemento. Pero eso no importó, la hinchada seguía gritando y alzando sus camisetas y banderas azules. Dos diligentes motobombas de Portoviejo llegaron para sofocar -en algo- el intenso sol. El chorro de agua cayó como maná del cielo, 30 minutos antes de que se iniciara el cotejo.
A mitad del segundo tiempo, y ya cuando los ánimos en el graderío empezaban a apagarse por la ausencia de goles, un hincha sorteó el control policial y se trepó a las mallas, levantó una enorme bandera azul y azuzó a sus compañeros. Fue el fin del mallado.
Otros lo siguieron y también se subieron, sin importar los alambres de púas. Pocos minutos después, el árbitro central pitaba el final del cotejo y la hinchada se abalanzó sobre el terreno de juego para acompañar a los jugadores eléctricos en su adelantada vuelta olímpica.
Esteban ‘El Rifle’ Dreer, el arquero millonario, también se encaramó a las mallas para agradecer a la efusiva hinchada. Los policías no pudieron controlar la arremetida de la Boca del Pozo. Ni los toletazos a diestra y siniestra ni el gas pimienta contuvo a la hinchada, decidida a festejar un campeonato esperado por 11 años.
La expectativa
- En los días previos, los boletos para la general se vendían hasta en el doble del precio original (USD 15).
- En Guayaquil, la directiva del Manta puso a la venta 5 000 boletos para los hinchas azules, que fueron rápidamente adquiridos.
- Ante la casa llena, la señal de televisión fue abierta para la provincia de Manabí.