El festejo por el Día del Padre para José Villavizan no pudo ser mejor. Estuvo acompañado de sus hijas y de Brasil, su equipo favorito que hizo tres goles frente a Costa de Marfil, que solo metió uno.
El peruano, de mediana estatura y de contextura gruesa, aceptó la invitación de sus hijas, pero puso una condición, de que al lugar, donde lo llevaran debía tener un televisor. No quería perderse el partido de Brasil.
Esther, Carla y Elka escogieron la parrillada Columbus, ubicada en la calle Brasil, que lucía desolada. Los dueños de tiendas, las peluquerías, los bazares no abrieron. Solo dos locales de comida atendieron ayer.
En el segundo piso del restaurante, José y sus hijas se acomodaron junto a una pantalla de televisión. El control remoto que estaba a un costado de la mesa no se movió ni para alzar el volumen. Las hijas de José comentaban sobre lo bien que jugaba Brasil y cuando llegó el segundo gol hubo aplausos.
Elka, de contextura delgada y fácil sonrisa, es como su padre fanática, del buen fútbol. Para las finales del Mundial tiene planeado sacar vacaciones, un deseo que sus hermanas envidian.
En cambio Carla, quien vestía ropa sport, permanecía casi en silencio. Este Mundial es poco atractivo. Ella vive 14 años en el país, se nacionalizó y se siente una ecuatoriana más.
Las carnes especiales, acompañadas con papas fritas, que sirvieron los meseros, eran poco degustadas. La familia peruano-ecuatoriana le ponía más interés al fútbol. Cuando llegó el tercer gol de Brasil, aplaudieron, pero se enojaron cuando le sacaron tarjeta roja a Kaká, una de las estrellas sudamericanas. “Es injusto” decían, mientras en la pantalla repetían la jugada.
Esther se apresuró a sacar una tabla de los partidos para saber con quién jugará Brasil la próxima fecha.
En la mesa contigua, Elena Martínez trataba de platicar con sus dos hijos, que comían a su lado, pero no lo conseguía. Marco vestía una camiseta de la Liga y su hermano Daniel, que lucía una camisa formal, no apartaban la mirada del televisor. Se tomaron la cabeza cuando llegó el gol de Costa de Marfil, pero se aliviaron cuando miraron que el partido iba a terminar.
Desde que empezó el Mundial, Elena se involucra en las actividades de sus hijos. Si quiere pasar con ellos sabe que tiene que ser con los partidos del Mundial, en la radio o la televisión. No hay otra alternativa.
El momento de pagar, cuando se acercó el mesero Elena era la única que estaba atenta. Sus hijos seguían con el fútbol. Mientras que José terminó su comida con un helado aunque se quejó de que no tomó vino, pero con el triunfo de Brasil se fue contento.