Seguramente será porque en Buenos Aires solo se jugará la final, poco se sintió la Copa América en la capital. Fue un evento que pasó casi inadvertido. Ya con la eliminación de Argentina ante Uruguay, no se palpita nada.
Los argentinos querían ganar la Copa y confiaban en ello, pero les interesa más el Mundial. Y ese es el torneo que hay que ganar. En esos días, los restaurantes estaban totalmente adornados con banderas, globos y siluetas en los ventanales; banderas en los autos y bocinazos todo el tiempo. En la localidad de Libertad de Merlo (el lejano oeste del Gran Buenos Aires), se lanzaba pirotecnia antes del partido y con cada gol. Esta vez fue distinto. Había gente en los bares, pero más fue por la tradición de ver el fútbol entre amigos y desconocidos.
Los noticieros ya volvieron a la rutina de siempre. La información de política, de crónica roja y de los chismes de la farándula recuperaron su lugar. Apenas pequeños bloques informativos de las semifinales. En los medios deportivos, se prefiere hablar de cómo trabaja River Plate en su operativo para retornar a la serie A, de Boca Juniors. Y también, hasta el hartazgo, de lo que le pasó a Lionel Messi en la copa.
Sin embargo, la idea del fracaso cunde en todos y por consiguiente la Copa América parece que terminó el 16 de julio cuando fue eliminada en la tanda de penales. Algunos recriminan a Paraguay por llegar a la final sin haber ganado un partido. Pero lo más seguro es que al estadio Monumental llegarán uruguayos y paraguayos para cerrar la fiesta, pero no la que esperaban los organizadores. Ellos querían ver a Argentina jugando bien y ganando, lo que no ocurrió.