Las atrocidades que se han revelado en el ‘Fifagate’, en las últimas semanas en el proceso judicial en Nueva York, han mostrado la forma como administraron el fútbol los dirigentes y empresarios.
El sistema mafioso de recibir coimas a cambio de votos para respaldar a grupos económicos que administraron derechos de comercialización y TV de torneos de la región es repugnante. Esos dirigentes, los ex de la Conmebol que están procesados judicialmente, además de sobornos, recibían un salario mensual de USD 10 000. También, desde allí se entiende, el afán de perpetuarse en los cargos.
Esos hechos ponen en duda la veracidad de los informes económicos que la Ecuafútbol presentó en la administración del anterior Presidente. Es indispensable que los dirigentes, sobre todo de clubes, se desprendan de sus compromisos y exijan una auditoría minuciosa de todos los períodos (desde 1999) y revisen los ingresos por derechos de TV de la Tri. ¿Por qué? La empresa que representó a la Selección era Full Play -dueña de Hugo y Mariano Jinkis-, acusada de ser una de las que coimaba.
Los directivos de clubes y asociaciones están en la obligación de reflexionar sobre las funciones que cumplen en los congresos. Allí no solo deberían ir a levantar la mano para respaldar al Presidente de turno, sino que tienen que pedir cuentas tal como lo hicieron con Galo Roggiero.