Fausto Quinde (der.) explica a sus alumnos los ejercicios que deben ejecutar en la pista Jefferson Pérez, en Cuenca. Foto: Manuel Quizhpe / EL COMERCIO
Fausto Quinde no habla ni escucha, pero con el lenguaje de señas se hace entender. Sus alumnos tienen discapacidad auditiva y siguen con atención sus movimientos y expresiones que los realiza con las manos, los ojos, el rostro, la boca y el cuerpo.
El exmarchista está en constante movimiento, parece un deportista más. Salta, corre, se agacha, levanta las manos y ejecuta diferentes ejercicios. Luego de cada explicación, pide a los dirigidos que lo repitan y para aquello golpea con fuerza las palmas de sus manos.
Trabaja con dos grupos. Por las mañanas dirige a niños de 7 a 12 años, en los patios de la Unidad Educativa Especial Claudio Neira. Mientras en la tarde prepara a alumnos de 13 a 17 años y tiene como escenario la pista sintética del estadio atlético Jefferson Pérez.
El exmarchista olímpico integra la nómina de entrenadores del proyecto de Actividades Deportivas Extraescolares que promueve la Secretaría del Deporte. Quinde cumple esa labor desde abril pasado y tiene contrato hasta diciembre del 2018.
Mauricio Matute, entrenador de atletismo y amigo cercano, asegura que Fausto es una de las pocas personas especiales que forma deportistas con tanto afecto y dedicación. Él está convencido que la compresión en mayor porque tienen la misma discapacidad.
Como atleta especial, su máximo logro es haber participado en los Juegos Olímpicos del 2008 en Beijing, China, en donde terminó 25° en la prueba de 50 kilómetros marcha. La clasificación la obtuvo en la Copa Mundo que se realizó en Cheboksary, Rusia.