Todos los quiteños nos sentimos contagiados por la euforia de las fiestas. Hemos visto cómo el ahora Parque Bicentenario fue escogido para realizar los distintos eventos para festejar la ciudad. Pero lo que no estamos de acuerdo los moradores de este sector es que nuestras veredas se conviertan en sitios de venta de comida, urinarios y estacionamiento de los asistentes. ¿Y el control dónde queda?