Un profesor del colegio nos pidió una definición clara de lo que representaba Identidad Nacional. Lo comparto:
“Antes de dar una definición clara de lo que representa Identidad Nacional, empiezo por hacerme una pregunta.
¿Estoy sentada de una forma correcta? ¿Se encuentra mi cuerpo en una posición adecuada? ¿Puedo mantener la concentración hasta acabar de escribir esto?
Creo que sí. Es claro que si no tenemos medios distractores, es sencillo darnos cuenta de nuestros verdaderos pensamientos. No de las vagas ideas que vienen a la fuerza. Cuando tenemos la mente despejada, pensamos con mayor facilidad. Las palabras surgen, son naturales como la respiración o el pestañeo. Cuando pensamos en otras cosas, es lo contrario. Nos confundimos, nos perdemos. No sabemos quiénes somos, cómo somos, ni a dónde vamos. Seguimos cualquier camino, incluso el ajeno. ¿Por qué? Porque no estamos prestando atención a nuestro interior. Somos 14 millones de ecuatorianos, es absurdo intentar agrupar a una nación entera bajo un estereotipo de cualquier índole. No somos impuntuales, no somos acomplejados, no somos ‘vivos’, ni somos cerrados. Simplemente somos ecuatorianos.
¿Qué nos hace diferentes? Sí, se que ponemos menos limón al cebiche que en Perú, que hablamos más lento que los colombianos y que ponemos música triste en las noches de tragos, pero eso no nos hace ecuatorianos. Técnicamente somos ecuatorianos por una cédula en el bolsillo, nuestro nombre en el registro civil, y la licencia de conducir en las manos del policía, al cual amablemente llamamos ‘don chapa’. Tenemos muchas características extranjeras, adoptamos modas, adoptamos términos y hasta apellidos en el caso de algunas ‘doñas’ casadas con ‘gringos’. Pero no podemos perder nuestra esencia. Necesito concentrarme para escribir, no podría escribir en una montaña rusa, pues mi atención estaría en otro lado.
Pero no por eso dejo de ser escritora. Así como el ecuatoriano puede llenarse de lata extranjera, pero a fin de cuentas… lo de ecuatoriano no se lo quita nadie”.