Por razones que no vienen al caso tomé en el distribuidor de la Marín un bus de servicio público que se llenó progresiva y completamente con el ingreso de pasajeros, muchos de ellos, de pie.
La distancia entre personas eran de centímetros, aunque la mayoría usaban mascarilla, no todos cubrían las fosas nasales ni la boca, Cuando pedí que se abriera una ventanilla, hubo una protesta generalizada, pues era un día frío.
Comprendo que los usuarios se ven obligados a utilizar este congestionado transporte por la premura de llegar a sus trabajos.
Es comprensible también, que las autoridades no puedan tener un policía por unidad, controlando las disposiciones; y hay que admitir que a los conductores no les conviene llevar pocos pasajeros, pero lo que no comprendo es que el Municipio insista en limitar la circulación de los vehículos particulares que indudablemente obliga a muchas personas utilizar el servicio público, y por ende aumenta el riesgo de contagio.
Ya es hora que las autoridades municipales tomen medidas realmente adecuadas para controlar la pandemia.