Con regularidad, y persistencia casi matemática, su excelencia el Jefe de Estado nos informa semanalmente de las actividades por él desarrolladas.
Nos cuenta lo excelentes que estuvieron los bolones de verde que probó en los desayunos.
Nos comenta sobre los variados y apetitosos menús, diferentes de los de Carondelet, que degustó en sus viajes a lo largo y ancho del país.
Nos incita a no escuchar las emisoras privadas porque mienten y dedicarnos a oír las públicas.
Nos incita a no comprar la prensa corrupta y nos deja sin saber, como sin comprarla podemos seguir su ejemplo de romperla.
Además del valor, posiblemente anecdótico, toda esta información tiene poca significación en la vida del país.
Contrasta fuertemente con el silencio absoluto que, a pesar de la obligación legal y moral, se mantiene sobre otros campos, así:
1.- Nada sabemos sobre las condiciones, plazos, intereses, garantías de los diversos créditos negociados con China.
– No tenemos conocimiento sobre los contratos de ventas anticipadas de petróleo o de asociaciones con otras empresas estatales en los campos petrolíferos, a pesar de los cuestionamientos que se han realizado.
– No se nos informa del crecimiento de la deuda con el IESS ni tampoco de los convenios de pago realizados para devolver esos dineros a los afiliados.
– Por último, uno de los ministros, secretario de Estado, afirma terminantemente que los contratos mineros son secretos y que por lo tanto no se los puede dar a conocer.
Doble discurso, o simplemente: “Cosas de la revolución ciudadana”