La capital, afectada por la ola de protestas violentas, se vio damnificada en su estética por aquellos liberadores de la opresión; esto corresponde un problema mayor. Las “mingas” organizadas por una ciudadanía incentivada para recuperar la belleza arquitectónica de la ciudad, no son suficientes ante los desmanes en la estructura de casas y las calles de este distrito colonial, vital en la vida política y en la actividad comercial de la ciudad. Los costos aún son difíciles de calcular, pero con seguridad podemos aseverar es que no había necesidad de destrozar propiedad privada y pública, menos aun cuando “se habla de parte del pueblo” y se busca su “libertad”; pues si aquellos son mis “protectores” digo: No gracias, abyecto delincuente disfrazado de luchador social.