Trabajamos y aportamos “voluntariamente”, se supone que guardamos para nuestra vejez, ¿pero qué sucede si no llegamos a jubilarnos… ¿dónde se va nuestro esfuerzo?, lo que “bondadosamente”… nos están guardando durante años.
Nos esforzamos, sacrificamos tiempo, llegamos a afectar nuestra salud, entregamos todo para soñar con tener paz en algún momento de nuestra vida y lo mínimo que deseamos es que el fruto de nuestro esfuerzo les sea entregado a nuestros seres queridos si llegamos a faltar, pero eso no sucede en la realidad…y hablo por experiencia, mi abuelita fue maestra nocturna durante muchos años, trabajó duro, a pesar de que antes a los maestros les pagaban… si se acordaban, ella aportaba religiosamente, pensando que le servirá en su retiro, para cuándo llegó el ansiado momento en que se supone iba a descansar… ya era tarde, ni 3 años disfrutó su esfuerzo, al poco tiempo enfermó y falleció y mi abuelito quiso acceder al famoso montepío…¡y qué creen!… ¡exactamente! No se lo dieron, mil peros, mil trabas, todo el trabajo y sacrificio de mi abuelita no sirvieron de nada… se fue sin disfrutar.
La mayor parte de las leyes son en beneficio de los dueños del dinero, muy pocas, contadas benefician al pobre, la mayoría envejeceremos trabajando sin poder disfrutar del fruto de nuestro esfuerzo.
Aprendamos a disfrutar la vida, no esperemos llegar a los 70, 75… 90 años, para admirarla, quizá no lleguemos a los 60 y nos la pasamos estresados tratando de subsistir, eduquemos a la gente con alegría de vivir, no conforme con vivir… que el tiempo alcance para reír y amar, no solo para sobrevivir y trabajar.