Desde la humilde posición de jubilado, yo te saludo maestro, baluarte de progreso y cultura. Me dirijo a ti maestro(a) de toda condición, de todo nivel educativo, del campo y la ciudad, porque eres el pilar del conocimiento y el conductor de las generaciones; en ti la patria confía porque eres grande en tu misión callada, incomprendida, sacrificada… Desde siempre tu tarea ha sido indispensable, insustituible, lástima que hoy estés acribillado, cautivo en tus obligaciones redundantes, reiterativas, de informes sobre informes, de evidencias sobre las evidencias. Tu vuelo de cóndor está suspenso, quizá tus alas están quebradas. Tus valores agregados han sido mutilados. Te han privado de tu tiempo de meditación y creatividad. Ya no eres el gestor social y cultural de otros tiempos, el motivador artístico y deportivo de todas las latitudes.
Pero tienes alma montalvina y de todos los maestros paradigmas. Confiamos en tus dones para la creación de una conciencia crítica y reflexiva de las nuevas sociedades; tu deber es formar hombres libres, no esclavos. Desde esta alta tribuna de honor, independiente, yo os saludo fervientemente, “Porque honrar al maestro es glorificar a la patria”.