Lo que más debería preocupar a los ecuatorianos en una emergencia es si su familia tiene seguro privado o público o podría enfrentar un proceso traumático como el que pasó mi hermana. Ella tuvo una emergencia y como no estaba asegurada empezó el suplicio, se la llevó a un hospital privado que con su célebre lema decía “En Dios creemos”, cobraron un alto precio por menos de 6 horas y no hicieron nada, se la trasladó a otra clínica y se gastó casi USD 1000 por día.
Nuestra odisea la vivimos cuando decidimos trasladarla a un hospital público en Quito, todas las camas de terapia intensiva estaban ocupadas, se necesitaba de urgencia plaquetas A+ y el banco de sangre de la Cruz Roja no disponía de ellas. El domingo mi hermana falleció en un pasillo frío y caótico de un hospital público ahora puedo decir la salud y muerte ya es para todos. Es el resultado de una estructura inhumana de la salud pública como privada, la salud no es un derecho sino una mercancía.