Un cuarto de siglo le tomó al Ecuador salir de la terrible pandemia del cretinismo (hipotiroidismo), herencia andina por la pobre ingesta de yodo, derivada de nuestra posición geográfica lejana al mar.
El gran tesón de científicos ecuatorianos, reconocidos dentro y fuera del país, hizo que fuera considerado un problema prioritario de salud pública y, en calidad de política de Estado, se provea de este mineral a toda la población, a través del consumo de ‘sal yodada’, con patrones de control obligatorios.
Dentro del proyecto de salud del actual Régimen, de forma incomprensible, este programa ha sido mutilado y ahora, por lo que ha venido manifestando su creador el Dr. Rodrigo Fierro en algunos editoriales del diario EL COMERCIO, ni siquiera existen los registros estadísticos correspondientes.
De continuar esta situación lo más probable es que volvamos a la pandemia del hipotiroidismo (bocio, o ‘coto’ en quechua) en adultos, y cretinismo en recién nacidos. Lejos de una “revolución ciudadana”, esto es más bien una “involución ciudadana”.
Craso error que debe ser aclarado y solucionado por el Ministerio de Salud.
Es una ingenuidad pensar que “todo lo pasado es malo y que todo lo ‘revolucionario’ será bueno”.