Alí Babá y sus 40 ladrones se queda corto ante la cantidad de ladrones que se multiplican día a día en nuestro país, aprovechándose de los fondos públicos que no son del Gobierno sino de todos. Y peor aún, aprovechándose de una pandemia que tiene al pueblo empobrecido, cometen estos crímenes, se los separa del poder o se les designa otro cargo y después andan muy tranquilos como si robar en este país es algo común que no se castiga con cárcel ni nada parecido. El crimen organizado se ha enquistado en los ámbitos políticos y económicos y con ciertas excepciones, no dejan que este país avance. Más triste y deprimente es que ya no nos asombramos ante tanta corrupción y esperamos que las autoridades de control hagan su trabajo, pero nos hemos preguntado si nosotros también somos responsables por elegir mal a los gobernantes, por no denunciar actos ilícitos que vemos a diario en las instituciones públicas y privadas y que aunque criticamos la corrupción somos parte de ella cuando coimamos para conseguir lo que queremos.