El crudo que procesa Refinería Esmeraldas es de alrededor de 24,5 °API, cuando su diseño requiere sea mínimo de 29 ° API para arriba, siendo la producción nacional de ése tipo de crudo insuficiente para la refinación en nuestras plantas, lo cual se ve agravado por la mezcla de crudos (lo correcto sería hacerlo por lotes) al transportarse por los oleoductos del SOTE y el OCP, acción económicamente nefasta al disminuir el ° API de los mejores crudos, afectando los precios de exportación y, al ser procesados en Refinería Esmeraldas la deterioran; adicionalmente, el alto contenido de azufre de nuestros crudos, que al no tener un eficiente proceso de desulfuración corroen los equipos y envenena los catalizadores, produciendo contaminación ambiental por el azufre emitido a la atmósfera, que si bien es controlado a límites permisibles por acciones operativas, no deja de ser un problema operativo – ambiental constante.
La solución sería procesar crudo mayor a los 29 ° API producido localmente y como es insuficiente, se debería importar crudo liviano (> 31,1 ° API) con bajo contenido de azufre, con lo cual nuestras plantas refinadoras trabajarían, produciendo combustibles con bajo contenido de azufre y disminuyendo las emisiones contaminantes a la atmósfera en planta, precautelando el ambiente. El resto de crudo se debería exportar. En conclusión no se justifica cerrar total o parcialmente o concesionar y peor privatizar la Refinería Esmeraldas.
Si se requiere una nueva refinería, sería mediante alianza estratégica o una concesión independiente para instalar una planta para refinar crudos medianos, pesados y crudos residuales que en Refinería Esmeraldas son de alrededor del 46 % del crudo procesado y anexa una planta de recuperación de azufre para producir ácido sulfúrico y amoniaco. La nueva planta de refinación sería de alta conversión y preferentemente ubicada en Esmeraldas para aprovechar la infraestructura de refinación, almacenamiento y transporte.