El sistema totalitario de la Constitución de Montecristi permitió, durante la década correísta, la consolidación del más grande e histórico atraco a la nación, que nos dejó en la postración económica del siglo. La única salida soberana y digna es la recuperación de lo robado, pero lamentablemente no tenemos por hoy mecanismos idóneos y modernos para hacerlo, mientras sigamos con el estereotipo caduco y necio de que primero es la acción penal, para luego recuperar lo robado, cuando la tendencia moderna es primero recuperar lo robado y después la acción penal, cosa que es perfectamente viable, mediante la Ley de extinción de dominio, que aterroriza a la clase política vigente. Esta ley, según el proyecto de Naciones Unidas, faculta al Estado declarar, en su beneficio, la extinción de dominio de cuatro tipo de bienes: A) De aquellos cuyo origen lícito no pueda ser demostrado; B) De aquellos cuya tenencia y propiedad no pueda se justificada; C) De los bienes ocultados u omitidos en las declaraciones patrimoniales; y, C) De los bienes utilizados para consumar delitos.La Ley de Extinción de Dominio, tendrá un carácter preventivo y represivo de la corrupción, por lo que los nuevos y viejos corruptos, los de arriba y los de abajo, hacen lo posible para impedir su vigencia. Ahí está la salida, solamente nos falta un régimen de probada honestidad, dispuesto a recuperar miles de millones de dólares, es decir, casi no nos falta nada.