En el noveno año de su ejercicio en el poder ha descubierto lo que era un secreto a voces: en las unidades del IESS faltan médicos, equipos, medicamentos, insumos y existen miles de cirugías represadas. Parecería que durante estos años le habrían informado, y usted lo creyó, que los médicos eran quienes “boicoteaban” su trabajo. Señala la prensa que ha constatado personalmente lo que funcionarios inescrupulosos le ocultaron, pintándole una gestión y bonanza inexistentes. Es tiempo, entonces, de tomar cuentas a quienes, por ejemplo, no aprovecharon la infraestructura de la institución, gastaron el dinero de los afiliados en inauguraciones pomposas de obras inconclusas, regalaron miles de artículos promocionales con el logo del IESS o inundaron con pancartas sus instalaciones, mientras los enfermos clamaban por lo que no había. Con algo de gestión, centenares de pacientes pudieron ser atendidos en sus propias instalaciones si se las dotaba de lo necesario o si se redistribuía el personal de la institución. Ojalá ahora comprenda por qué los médicos piden a los pacientes o familiares que compren los medicamentos de los que carecen, pues siempre será mejor un sumario administrativo o un despido por hacer bien su trabajo, que un juicio penal y la cárcel por la muerte de un enfermo. Los médicos deberían recibir disculpas en un espacio similar al que se utilizó para denostarlos. Como lo estableció el célebre médico y humanista español Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina en 1906: “Lo peor no es cometer un error, sino tratar de justificarlo, en vez de aprovecharlo como aviso providencial de nuestra ligereza o ignorancia”.