Una propuesta descabellada
Los medios de comunicación, sobre lo que más comentan en este último tiempo, es la pérdida generalizada de seguridad, pues aun estando en casa y peor si uno está en la calle, no está libre de ser asaltado y que hasta le maten, entre otras razones por el incremento del consumo y tráfico de drogas, sea para expendio doméstico o para exportación, “gracias” al eventual contubernio del gobierno correísta con sus cabecillas, porque el dinero sustraído de las arcas fiscales, pese a la enorme cantidad robada, posiblemente no es suficiente para armar la revolución en toda Latinoamérica.
Pero, el problema es más preocupante, porque al momento, los narcotraficantes ya estarían apoderados de varios centros de detención, causando las muertes que fueren necesarias con el fin de eliminar las bandas rivales y ser los únicos “capos”, pues ya están condenados por delitos graves como asesinato y homicidio, por lo que actúan con enorme peligrosidad y violencia, con el propósito de ser reclutados por los jefes de las mafias para que les protejan en los enfrentamientos.
Para cuidar de estos “santitos”, alguien plantea en la edición de EL COMERCIO del 3 de noviembre, el artículo denominado: El Derecho al Olvido (de tales hazañas), “para proteger la intimidad y el buen nombre de las personas”, pues de lo contrario afirma, se estaría afectando el “derecho a que se elimine o suprima, información que afecte a su honor, imagen y reputación”, pese a que se trataría de “hechos reales”, que han sido “difundidos con veracidad”, sin pensar que esconder tales antecedentes sería un peligro para toda la sociedad.
En contraposición al perdón planteado, no debemos olvidar que tratamiento tan generoso como el mencionado, corresponde a una regla excepcional y no generalizada como prevé la Constitución, al tratarse de indultos por “motivos humanitarios”, pues solo la Iglesia Católica, concibe el perdón de los pecados por simple arrepentimiento y propósito de enmienda.
Me es difícil entender estas sugerencias, que defienden al delincuente en desmedro de los derechos de los demás ciudadanos.
Iván Escobar Cisneros
La incertidumbre del futuro
Los jóvenes queremos tener un futuro estable: un buen trabajo, amistades en las que respaldarnos, un hogar en el que refugiarnos, tranquilidad económica… No obstante, luchamos contra una de las mayores pesadillas de la sociedad: la incertidumbre.
¿Qué secuelas dejará la pandemia dentro de unos años? ¿Estarán los puestos de trabajo bien remunerados? ¿Tendremos suficiente capacidad adquisitiva para independizarnos? ¿Las condiciones laborales nos permitirán compaginar la vida laboral con la social?
Estas son unas de las mil preguntas que nos hacemos. Tenemos miedo a no contar con suficientes recursos para construir la vida con la que soñamos, a vernos gravemente afectados por la crisis del covid-19, a no saber hacia dónde dirigirnos, a quedarnos sin ayudas ni apoyo. En una sociedad inmediata y veloz, con cambios constantes y promesas incumplidas, los jóvenes, deseosos de labrarnos una vida decente, vivimos con la incertidumbre sobre lo que nos deparará el futuro.
Andrea Vilaplana Gómez
Infoxicación digital
La infoxicación o exceso de información, que estamos siendo sometidos con un bombardeo digital, desde cualquier lugar, motivo o momento, cerca de un dispositivo tecnológico, produce una serie de estímulos, ante el excesivo acceso que tenemos, que cada vez es menos profundo y exhaustivo.
Tanta información en redes sociales, portales web, correos electrónicos, entre otros operadores digitales; que cada vez gestionamos de una forma inadecuada, repercutiendo de modo negativo en nuestra vida. Surgiendo, una pregunta clave para combatirla, saber si: ¿quiero estar informado, o no?
Por lo general acudimos a navegadores informáticos como los buscadores de Google, Yahoo, entre otros, los cuales son simples robots, que presentan información guardada en sus bases de datos, dado que tienen indexado más de un billón de páginas web. Siendo parte del almacenamiento que existe en el Internet, de la cual tenemos acceso, día tras día.
Posteriormente preguntarnos: ¿qué hago con la información, que fue encontrado por casualidad y no es de relevancia? Por ende, debemos tener claro, si tal trabajo realizado, es de nuestro interés para así almacenarlo, pues tal vez, en ese momento no parezca interesante y acabe en el olvido y en un futuro tengamos que volver a ocuparla.
Otra inquietud presentada es; ¿cómo busco y filtro la información, al existir billones de páginas web?, pues Google se ha convertido en un explorador de diversas referencias de búsqueda en la red. Donde descubrir lo que nos concierne, de lo que no nos interesa de un tema de estudio, pretende resaltar el contenido de gran referencia al momento de discernir nuestras indagaciones.
En conclusión, la infoxicación nos muestra abundante información, de la que si no se logra distinguir lo bueno de lo cual debe ser omitido, no permitirá reflexionar y comprender el tema en concreto de tu interés.
Roberto Camana-Fiallos
Disciplinarnos
La disciplina es una conducta que se aprende desde la infancia; de no ser así, el ser humano crece torcido en este aspecto. Por tanto, debe ser reforzada en cada edad, a cada instante, hasta que se haga “carne de nuestra carne”.
Muchos sinsabores vivimos en nuestro Ecuador por esta manera incorrecta de proceder. La disciplina conduce al orden, a la precisión, a la claridad mental, a la felicidad, al éxito, entre otras.
Tenemos un sinnúmero de ejemplos indignantes en nuestro país; como que alguien quiera ganar puesto en la fila del banco, o en cualquier otra situación. Los choferes de buses, los taxistas y en general, los conductores de vehículos y motos, que rebasan por el lado equivocado, se parquean en media calle o en las veredas, sin inmutarse; y pobre del que les reclame…
Si se es parte de una reunión o sesión, los ciudadanos interrumpen, cruzan las palabras, no importa que el otro esté hablando… gana el que más levanta la voz, convirtiendo el momento, en un caos.
Qué decir del irrespeto con que tratamos a personas de tercera edad, a niños y a personas con discapacidad, todo porque no nos obligaron a conducir nuestra mente con principios claros.
La disciplina proporciona el ordenamiento del valioso tiempo y de la puntualidad que tanta falta nos hace. Piensa la gente que mientras más tarde llega a una cita, es más importante, que impacta, se siente bien, no cae en la cuenta, de lo mal educada que es.
Todos debemos ajustar y mejorar nuestra indelicada forma de ser, en escuelas, colegios, universidades, en el Gobierno, en la Asamblea. Mucho ganaremos si seguimos reglas, en base de una férrea disciplina, pero comenzando ahora, sobre todo, con los niños.
Guadalupe Chaves Terreglosa
Sacar provecho de las dificultades
La mascarilla en el gimnasio ha pasado a ser un elemento más a la hora de hacer deporte.
¿Quién nos hubiera dicho hace más de un año que lo normalizaríamos tan fácilmente?
Parecía ficción pensar que tendríamos que hacer deporte con una mascarilla que nos impedía respirar como es debido en un momento de esfuerzo. Pero nos hemos acostumbrado y casi rendimos de la misma forma que antes. ¿Qué pasará cuando podamos ir al gimnasio sin mascarilla? Muy probablemente el rendimiento de los deportistas se incrementará de manera notable, haciéndolos explotar de energía. ¿Al final encontraremos motivos para agradecer la mascarilla? Eso está por ver.
Sira Vives