Los casos de muertes de pacientes, tanto en hospitales públicos como clínicas privadas, hace pensar que en nuestro país no existen reglamentos para segmentar los casos de atención que deben recibir los pacientes. Por ejemplo; operaciones en las que hay riesgo de vida o discapacidad, deben permanecer médicos de otras especialidades que puedan solventar cualquier tipo de emergencia, tener una larga y prestigiosa experiencia para garantizar las intervenciones. Profesionales con menor grado de experiencia, acudir como asistentes hasta llegar a un nivel de experticia necesaria que garantice la mayor seguridad de los pacientes. El mismo concepto debe aplicarse en otras actividades donde la vida de ciudadanos esté en riesgo, como en el tránsito, etc.
Los profesionales del volante también deben estar sujetos a grados de experticia, que acumulados a través de los años se exprese en su currículo, dando seguridad y garantía a los usuarios. Esto no es sino un ejemplo de que en el país debemos crear normas y reglamentos que tipifiquen los grados de servicio y responsabilidad que las entidades, empresas públicas y privadas deben tener, en donde la costumbre que nos lleva a estos errores sea erradicada con el fin de crear nuevos hábitos a través de procesos administrativos en donde primen planes, ejecución y un buen control de vigilancia.