Con mucha pena y profundo desasosiego vemos que en nombre de la ciencia se está procediendo a desapropiar a noventa y cuatro propietarios de una de las pocas zonas netamente agrícolas de la provincia de Imbabura, como es el cantón Urcuquí. El proyecto Yachay, impulsado por este Gobierno, bien pudiera haber sido ubicado en una zona en donde no destruya un área con riego con una feracidad y un clima incomparable.
Este proyecto ha sido madurado casi en secreto y con toda seguridad desde la comodidad de un escritorio, porque no se explica de otra manera que se quiera destruir el granero del norte del país.
Seguramente nadie se dio la molestia de averiguar que en esta zona se pueden realizar dos cosechas al año y si se cultivan hortalizas u otras verduras se puede fácilmente lograr tres cosechas.
Como parte de este secretismo nunca se consultó a los propietarios o como se dice ahora se “socializó” y de esta manera se informaba a los afectados, que son noventa y cuatro, de la conveniencia o no del proyecto, porque es la única manera como los señores Proyectistas hubieran podido conocer en donde se iba a asentar un proyecto tan importante y cuáles serían las consecuencias para la agro productividad.
El Ecuador es un país con una limitada área agrícola y al destruir de esta manera suelos agrícolamente importantes e irremplazables lo que estamos haciendo es quitarles el pan de cada día a muchos parceleros y obligándolos a salir a la ciudad a buscar un mendrugo de pan, cuando antes tenían lo que produce la tierra para su manutención y el resto servía para venderlo a que otros se alimenten.