Borges decía, “De la literatura el placer más elevado es la invención”; de ahí que se deba promover esta virtud en el niño a través de la imaginación, considerada por muchos filósofos como más importante que la mismísima lógica; sin embargo, conquistarla implica dedicación, y renunciamiento al mito: “los niños no deben estar solos”; cuando es precisamente, en éste abandonado terreno de la existencia, donde germina la exótica planta de este raro don; eso sí, previo un adecuado abono de dicho suelo; dan fe de esto, los otrora niños: Mozart, Neruda, Guayasamín, pequeños exploradores de aquella tierra. Pues, mientras sigamos siendo siervos del Dios “Vídeos”, continuaremos negando al infante el derecho a jugar en esa mágica pradera, donde la brisa del talento habita, y la imaginación florece, cual silvestres margaritas en un vasto campo, lejos, muy lejos, de esa “indestructible bestia contemporánea” (bullying), que agazapada acecha, desde el vecino bosque de hormigón.