El señor Fiscal debiera ordenar medidas sustitutivas contra los perros infiltrados que no olieron la droga de la narcovalija. Mientras, el triunvirato de la judicatura criminaliza a estos sospechosos animales valdría la pena también quitarles a estos infiltrados su bien remunerado trabajo, pues se ve que son unos perros de la partidocracia y dela CIA. Esobvio que fue el imperio donde fueron entrenados estos cuadrúpedos corruptos que se hicieron del olfato gordo, para no detectar la droga que el ecuatoriano se envió a sí mismo, de un continente a otro, haciendo gala de un desdoblamiento que demuestra que actuó solito, como un superdotado futbolista que se da el pase a sí mismo para meter el gol, velocidad solo comparable con la del juez Flash Paredes. Y desde ya, a los pseudo-abogados que se presten a la majadería de defender a estos perros corruptos, que los persiga el trío de la judicatura sin que les tiemble la mano. Es de esperarse que no dejen ejercer unos meses a estos sicarios de juzgado, para que aprendan a no defender lo indefendible. Que, finalmente, se contrate otra carísima veeduría no vinculante de Garzón, con todo pagado. Para ellos se debe volver a declarar estado de emergencia, estirando un poquito más el régimen de transición infinita en que nos metió la de Montecristi, con un concurso transparente a puerta cerrada, que permita contratar perros italianos, solo italianos para este trabajo, pues los perros italianos se ha demostrado que son mejores que los perros ecuatorianos. Insistimos en que el concurso no sea vinculante, para que al final la judicatura pueda echar al tarro la veeduría de Garzón.