Todo muy bien: el viaje en cómodos vagones, los imponentes precipicios, el museo con guías de la misma comunidad, con gran conocimiento y versatilidad, convierten en una hermosa experiencia la excursión en tren a la Nariz del Diablo. Sin embargo, hubo algo que empañó esta experiencia: al proceder a la transferencia de boletos en Alausí, recién conocimos que existía una penalización del 50%, pues en Quito se nos dijo no había problema solo se requeriría el respectivo cambio de nombres de acuerdo al tipo y valor del pasaje. Esta razonable aceptación no se hizo efectiva, al contrario, en la transferencia de un adulto (USD 25) a un menor de edad (12.50) hubo un beneficio para la empresa; y, en el caso de un pasaje plus de 3ra. edad (17.50) la penalización se hizo inicialmente sobre el valor total plus (35) y no sobre el que se canceló; felizmente al término de la excursión se reconoció como un error de apreciación devolviéndose el excedente cobrado.
Considero que una ‘penalización’ a la transferencia de pasajes, que por lo general se debe a problemas imprevistos, resulta un abuso porque no existe afectación económica para la empresa.
Confío que los entes responsables revean la citada normativa para así poder confirmar del positivo trabajo turístico que se viene haciendo en este ámbito.