Durante 8 años, el Gobierno ha construido el más grande estado de propaganda de nuestra historia republicana. Para el efecto, se hizo uso de multimillonarios fondos públicos empleando todos los medios de que se tenga conocimiento colonizando el imaginario popular con la versión oficial de la realidad. Frase tras frase, comercial tras comercial, cuña tras cuña se ha logrado montar una pantalla gigantesca que hoy proyecta la imagen publicitaria del “milagro ecuatoriano” para consumo de la clientela electoral del poder. Cuando en 2017, el Régimen tenga que retirarse, la pantalla revolucionaria deberá desmontarse también, dejando ver la realidad oculta tras este espeso tinglado de imagen y sonido.