La Constitución en el artículo 8 dice: “Son ecuatorianas y ecuatorianos por naturalización… las personas que obtengan la nacionalidad ecuatoriana por haber prestado servicios relevantes al país con su talento y esfuerzo individual”.
El correato, en flagrante violación a la citada disposición constitucional, otorgó graciosamente la nacionalidad a Julian Assange. ¿Qué servicios relevantes al país prestó el australiano de marras? ¿Qué talento exhibió y qué esfuerzo individual realizó para ser merecedor de tal distinción? Solo el nefasto correato vio en el mentado individuo tales virtudes y destrezas, y ahora el beneficiario del privilegio se ha convertido en enemigo del país desde la embajada en Londres, con una continua manifestación de irrespeto y desfachatez. El último inciso del citado artículo prevé que “…la nacionalidad ecuatoriana adquirida por naturalización se perderá por renuncia expresa”. Cabe que el Gobierno, a través de la Cancillería, dirija una comunicación al australiano – ecuatoriano declarándolo persona no grata y requiriéndole que renuncie a la nacionalidad ecuatoriana. Si así procede, será la oportunidad para ponerlo de patitas en la calle.