No oculto mi animadversión para con la persona que nos gobernó por diez años, pues su espíritu y como ser humano, es, ha sido y será de ingrata recordación, simplemente hay que recurrir al dicho “por sus obras lo conoceréis”.
Increíblemente algo que me parece hizo bien es mantener a raya a los burócratas, los hizo trabajar, cumplir su trabajo a tiempo y a cabalidad, el público era bien atendido, todos los trámites tenían un tiempo para ser resueltos. En la actualidad, a pesar del desempleo que hay, los empleados públicos han vuelto a ser los típicos burócratas que hacen lo que les da la gana, atienden displicentemente, como que nos están haciendo un favor, los trámites se pierden o duermen el sueño de los justos en algún escritorio o cajón del “jefe” súper genio que necesita hacerse el importante, demorando los tramites, para decir que tiene mucho trabajo. Estamos nuevamente a expensas de la buena voluntad de estos empleados, cuando es su deber y obligación hacer el trabajo bien hecho. Acaso son mal llevados, cuando les tratan mal, les controlan, les intimidan, hacen bien el trabajo. ¿Dónde quedó la responsabilidad y la honestidad de las personas?