Como si el nombre definiera su prestigio, el organismo que gobierna las votaciones ha tenido muchos, como Tribunal Supremo Electoral TSE (7 miembros) que trabajó entre 1945 y 2008, hasta cuando la espuria Constitución de Montecristi inició la década podrida y le cambió el nombre a Consejo Nacional Electoral CNE (5 miembros) nombrados por el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social. Los 75 años transcurridos son un atado de componendas con diferentes actores que le dieron la razón a Stalin cuando sentenció: “No importa quien vota sino quien cuenta los votos”. Figuras nefastas como la de Juan Pablo Pozo, dieron cátedra de cómo se prostituye modernamente un organismo. Un botón tramposo sustituyo a los antiguos teléfonos e incluso a los gritos: “Manden urgentemente 500 votos”, pero en uno y otro caso, el fraude se consumó. Lo que estamos viendo boquiabiertos es la consecuencia de considerar la violación de la ley, no la excepción sino la regla. Consecuencia: incumplimiento de los plazos hasta que termine la pelea CNE vs TCE, cada cual con su candidato preferido que no asistió a la posesión solo porque no sabía cómo librarse del grillete y se acoge a la ‘remediación’ haciendo una copia de la ganzúa. Hasta ahora no sabemos cuántos patriotas intervendrán. ¿Cómo le remediaran el CNE y TCE?