Una de las facetas más relevantes del progreso de un país y a la vez sustento del crecimiento sostenido, es el cumplimiento de las normativas en todas las actividades, pero más fuertemente, el cumplir las normativas en las actividades productivas.
En el Ecuador, se ha instaurado una cultura del menor precio en detrimento de la calidad. Los laboratorios, en su mayor parte (no son todos, afortunadamente), se orientan siempre por el menor precio cuando de adquirir equipos analíticos se trata. Esto, afecta la calidad de los resultados, y, en consecuencia la calidad del producto.
Equipos más baratos que no se ajustan a las normativas, ponen en desventaja a los laboratorios de la industria ecuatoriana frente a los laboratorios de países desarrollados, donde sí se cumple con las normas en cada producto. Esta deficiencia, afecta a los exportadores pues los productos, en muchos casos, no pasan las pruebas de calidad en los países a los que se quiere acceder.
También en algunas instituciones estatales, donde igualmente, en algunos casos, se privilegia el menor precio frente a la calidad, por una Ley de Contratación Pública mal entendida, y, peor aplicada. Hemos visto casos en los cuales los profesionales ecuatorianos se sienten inseguros para colocar especificaciones y características que garantizan calidad, tienen temor a las acciones de la Secretaría Nacional de Compras Públicas.