Hace poco tiempo escribí un comentario sobre la evidente “falta de empatía” que venimos observando entre nuestros compatriotas ecuatorianos frente de esta pandemia, que nos ha desestabilizado emocional y económicamente. No sabemos con exactitud el número de muertos, contagiados, recuperados, etc.; de lo que si estamos seguros es que la gente muere por la falta de pruebas, insumos y atención médica oportuna y que, otros cuantos fallecen por inanición pues, debemos estar conscientes que, hoy, se libra una encarnizada batalla entre dos potencias maléficas e indestructibles que nos azotan sin piedad: el covid 19 y la hambruna, que afectan mucho más a los países tercermundistas. Este desastre ha servido para que algunos “pillastres” se enriquezcan, ilícitamente, de la noche a la mañana. Dentro de esta categoría no podemos dejar de mencionar a los hospitales, clínicas privadas, farmacéuticas y más centros de salud que extorsionan y usufructúan del dolor ajeno, cobrando facturas exageradas que ascienden a miles de dólares y, lo más increíble, exigiendo la cancelación total de las planillas para entregar el cadáver del ser querido.