Ecuador está lejos de hablar sobre el aborto como un ejercicio pleno de derechos. Mientras tanto, la interrupción del embarazo como privilegio en ciertas circunstancias es la opción más viable para casos de violación, si la víctima así lo desea. Lo único que conseguirá la penalización del aborto será mujeres encarceladas o en riesgo de salud, niñas ultrajadas y obligadas a enfrentar una vida para la que no están preparadas.
El aborto se ha convertido en “una lucha digna de los anfiteatros romanos” donde los contrincantes son: el derecho a la vida del no nacido, a la salud pública y a la privacidad de la mujer. Los constantes debates y decisiones del poder legislativo nos han llevado a pensar que solo uno puede ganar.
Ser el tercer país en la región con la tasa más alta de embarazos entre 10 y 19 años —según el Plan Nacional de Salud Sexual y Reproductiva 2017-2021, ¿no es lo suficientemente impactante para que los legisladores consideren la despenalización?