Un marino mercante amigo me contó una anécdota interesante de Papua Nueva Guinea. Resulta que allá, mientras estaba en el mar, dejó sus cosas en la playa, y nadie se atrevió a robar su cartera o dinero. Igualito que aquí. ¿La razón? durante un buen tiempo tuvieron un “buen dictador” que cortaba las manos a todo ladrón. Fueron atemorizados en esa generación.
Ahora en Ecuador, los accidentes de tránsito se han reducido mucho con los radares y la cárcel; muchos son asegurados día a día por las multas y cárcel; muchos pagan impuestos porque si no van a la cárcel (a menos que sean chimbadores o reciban indemnizaciones), etc.
No estamos educados, estamos atemorizados.
Este es el nuevo Ecuador, no en el que se educa, sino que se forja en el miedo para que todo se haga correctamente. Porque además, la ironía es que por violar algún códice, vamos por meses o años a la cárcel, pero por robar, o comer cheques unos pocos días o nada.
“Pa’ lante comandante”.